SHOT 1

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Detrás de una mirada

Relato basado en el capítulo 41 "Un hada en el festival del colegio"

Se dice que los ojos son los espejos del alma, y que en una sola mirada podemos ver los sentimientos más profundos que guarda nuestro corazón.

Colegio San Pablo.

El sonido de los fuegos artificiales le indicaron a Terrence Granchester que el festival de mayo daba inicio. Desde el balcón de su habitación el joven castaño miraba hacia el edificio alejado el cual fungía como una especie de calabozo para aquellos chicos o chicas que, según las reglas del arcaico colegio habían sido infringidas, en una de esas horribles habitaciones estaba Candy, castigada desde hacía un par de días por haberle hecho frente a la rectora al defender a una amiga, el solo recuerdo de lo que la joven rubia le había contado hizo que en el guapo castaño se dibujara una sonrisa, esa chica era fuera de serie, con qué frescura le había dicho "vieja cabeza dura" a la hermana Grey, ¡A la hermana Grey!, Él ni con todos los años que llevaba recluido en ese lugar había dicho algo semejante, menos aún en la cara de la agria mujer, sin duda esa pequeña pecosa tenía muchas agallas y él admiraba eso, sin embargo, también se encontraba apesadumbrado, ya que él sabía, por el tiempo que llevaba ahí, del festival que cada año se daba lugar, él no había asistido ni una sola vez, al principio por pena pues no conocía a nadie, además era un niño muy pequeño cuando lo internaron ahí, después, con el pasar de los años se le hizo una festividad tonta y sin sentido, hasta ahora, cuando supo a través de conversaciones de otros chicos que Candice, la linda americana sería parte del cortejo al igual que las demás jóvenes que cumplían años ese mes, de primera instancia sintió una inexplicable sensación en el estómago al escuchar a los demás muchachos alegando quién sería el primero en bailar con Candy, la sola idea de imaginarla en los brazos de aquellos tontos no tenía cabida en su cabeza. Después supo por la misma Candy del castigo que le había sido impuesto y de nuevo una sensación de vacío ahora por el hecho de que la rubia no tendría participación en las festividades, aunque el haberla visto en el zoológico le indicaba que de una manera u otra ella estaría ahí.

Con esa idea en la cabeza adquirió un traje para portar ese día.

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El castaño cerró las puertas de su ventanal, se colocó el saco azul y salió de su habitación con la firme intención de buscar a la rubia, cruzó el bosquecillo hasta el viejo edificio, anduvo pasillo por pasillo hasta llegar al lugar donde estaba seguro se encontraba Candy, se asomó a la pequeña rejilla de la puerta en el piso más alto pero no vio a nadie dentro de la habitación, volvió sobre sus pasos buscando la ventana que él sabía estaba suelta en el piso inferior, al llegar a ella la quitó y salió para ir escalando hasta el techo, ya estando ahí caminó con mayor libertad hasta la ventana de Candy la cual estaba ligeramente salida de su lugar, la llamó pero ella no contestó lo que quería decir que esa tarzan pecosa se había escapado de nuevo y ya estaba andando entre los asistentes del festival.

Después de verificar la ausencia de Candy en el cuarto de castigo, el castaño se dirigió hasta él salón principal en donde ya todo el mundo estaba reunido para comenzar el baile.

- ¿Dónde estará? - se preguntaba el chico al no verla ahí- en el cuarto de castigo no está.

El muchacho barrió el salón con su azulada mirada, no, definitivamente ella no estaba ahí, estaba a punto de irse a buscarla cuando Elisa, la prima de Candy se acercó a ofrecerse a ser su pareja de baile, ¡Dios lo librara de bailar con esa chica tan desagradable!

Con toda la cortesía de la que podía dar denegó la invitación para luego salir de ahí corriendo, se paseó por los alrededores y tampoco pudo encontrar a la rubia, fastidiado ante su mala suerte decidió adentrarse en el bosquecillo, busco un árbol bastante alto y frondoso, subió por las fuertes ramas hasta llegar a una altura suficiente para apreciar a la gente y si Candy llegaba a aparecer él podría bajar e ir en su búsqueda.

No pasó mucho tiempo cuando todos sus esfuerzos fueron recompensados ¡Y vaya si lo fueron! Una risa alegre y traviesa se escuchó cerca, de entre los arbustos debajo de él la pequeña rubia apareció, de momento creyó estar equivocado pues la persona traía un traje de Romeo, pero cuando se quitó la peluca y esos rizos inconfundibles salieron a la luz sonrió, él sabía que Candy estaría en el festival, de una u otra forma ella buscaría la manera y por lo visto la encontró.

Estaba por bajar del árbol para hablarle cuando la chica se despojó de sus prendas, una a una fue quitándose las piezas hasta quedar solamente en ropa interior; el primer instinto del muchacho fue volver el rostro hacia otro lado, pero unos segundos después no resistió la tentación que era Candy, ella, sin ningún pudor al creerse sola se tomó su tiempo, se quitaba una prenda y con cuidado la doblaba y guardaba, el aprecio cada segundo que ella se tomaba, sus ojos se dilataron al verla despojarse de la camisa, para cuando los pantalones desaparecieron dejándola en sus prendas íntimas el jovencito no solo vio, sino miró todas y cada una de las formas de la rubia, sus pechos blancos apenas cubiertos por un corsé de encaje que enmarca una cintura pequeña y hace sobresalir un precioso derriere, ¡Oh sí! Esa era la palabra, preciosa, Candy era preciosa.

Cuando la chica se cubrió de nuevo con un vestido al estilo Julieta recobró la serenidad, él era un caballero y Candy a pesar de ser traviesa era una dama y se merecía su respeto por lo que, respirando profundamente se obligó a pensar en otra cosa y hacerle saber a la chica su presencia.

-Dicen que el hábito no hace al monje- dijo en voz alta para hacerse notar.

- ¡Terry! ¡Me viste mientras me cambiaba! - exclamó la chica asustada y muy sonrojada.

-Tranquila- respondió desenfadado- te vi, pero no te miré- mintió descaradamente.

Bajó del árbol para situarse junto a Candy y comunicarle que su secreto había sido descubierto por una pelirroja a la que alcanzó a ver también espiando tras un árbol.

El rato que pasó con Candy después de eso fue memorable, corrieron juntos hasta la colina, bailaron se pelearon porque de nuevo a la rubia se le acordó "el jardinero" y él la dejó ahí, sin embargo, aunque estaba enojado recordó a Elisa, sabiendo cómo se las gastaba la odiosa chica subió al cuarto de castigo por si acaso y a alguien se le ocurría subir a buscar a Candy, lo cual sí sucedió.

Antes de finalizar la festividad él regresó al patio principal, donde estaban todos reunidos para prender la gran fogata, al verlo, la rectora mandó buscar a Candy y así poder cerrar aquel día no tan agradable para ella con todos los alumnos reunidos, la presencia de Candy causó revuelo, pero la hermana Grey hizo las aclaraciones pertinentes, todos a excepción de Elisa y sus amigas celebraron la estadía de la rubia.

Él por su parte, a pesar de todo también estaba contento, de pie en un espacio apartado miraba disimuladamente a Candy, que vestida con el uniforme escolar disimulaba muy bien las formas de su cuerpo, las cuales él había admirado sin pudor alguno.

A través de las llamas que bailaban en la fogata Terry no podía dejar de mirar a Candy, está a su vez también lo miraba, él tenía una expresión diferente, en sus ojos se podía apreciar algo que la chica no podía dilucidar pero que la ponía nerviosa, ¿Qué había detrás de esa mirada? ¿Que ocultaban esos preciosos ojos azules? Ella no lo sabía, pero sentía en el fondo de su corazón que era algo importante.

Pasaría mucho tiempo y muchas penas para que ella lo supiera a ciencia cierta, pero en los corazones de ambos jóvenes ya estaba floreciendo la semilla del amor, una preciosa semilla que ese día estaba oculta detrás de una mirada.

Fin.

Por: Primrose

Para: villa Granchester

22 de enero de 2020.

Saludos a todos los que me hacen el honor de leer mis escritos, agradezco su apoyo, besitos.

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