El día finalizaba, con el ultimo rayo del atardecer, el ecosistema era compuesto por la brisa otoñal de finales de octubre que se mezclaba con el cambiante clima de la Ciudad de México haciendo un día lluvioso. Mientras en la casa de la señora Marta se llevaba a cabo su funeral, hijos y nietos estaban reunidos en esa rustica casa con toque colonial.
Mario el nieto mayor sufría más que todos pues los últimos meses cuidaba todas las tardes de ella, sintiendo un inmenso dolor, recordaba los bellos momentos con su abuela. Abrió uno de los cajones de la sala buscando papel y encontró una llave carmesí del desván, pero no le dio mayor importancia pues solo era una llave común. Fracaso y fue en búsqueda de papel al baño, subió al segundo piso bastante decaído, recordando los ánimos que había recibido de sus tíos y de sus padres, mientras caminaba hacia el baño pudo oír como sonaba un golpe contundente que venia del desván abandonado como si alguien hubiese golpeado la puerta con fuerza, quedo atónito pues recordó según la abuela ese cuarto estaba vació y prohibido.
<-No quiero que entres allí ¿entendido? -decía Marta-, ese lugar no es para niños, el señor de ahí dentro se lleva a los niños -advertía la abuela Marta mientras cerraba la puerta con esa llave color carmesí.
-Si abuela -respondía Mario en sus recuerdos.>>
Ya en el baño la curiosidad lo atosigaba pensaba que podía entrar a investigar porque ya no era un niño, ya tenía 17 años era casi adulto ateo que no le temía a lo paranormal, al final ¿que podría estar adentro? Salió del baño y pego su oreja izquierda a la pared de ese misterioso cuarto viejo. Nada, absoluto silencio es lo que había, quizá solo era una rata o alguien se había metido para buscar un documento de la abuela, quizá estaba prohibido porque allí guardaba papeles importantes
<<A la mierda -pensó Mario-, no dejare que se roben algo. Al final la abuela ya está... -trago silaba.>>
Fue cautelosa-mente a donde había visto la llave, la tomo discretamente y con gran decisión.
No iba a permitir que alguno de sus parientes robara algo.
Aun así por noble causa el sentía ese cosquilleo de entrar y ver lo que había, su mente racional le decía que lo dejara, nadie entraría sin llaves, pero su mente subconsciente le decía que lo hiciera, no había nada que perder se respondió.
Su mano cosquilleaba, no se lo pensó más y abrió. Por dentro el cuarto estaba más oscuro de lo normal pues no había ventanas, comenzó a caminar a lo profundo de ese agujero negro como un explorador que planea investigar una cueva, la luz blanquecina que se colaba en la entrada a penas e iluminaba un poco por donde el pasaba, no había ni focos ni velas, solo la luz de la entrada mermaba la enorme oscuridad. Camino en línea recta hasta que choco con una silla, rápido alumbró con un llavero linterna y vio que adelante había una mesa con unos dibujos, no distinguía que, pues la pintura era de un rojo muy oscuro, enfoco más con su linterna y solo vio una figura humanoide dibujada en trazos, guardo el papel en su bolsillo para verlo después, alumbro con la linterna en los rincones donde no pegaba la luz de la entrada, encontró un ropero arriba tenia muñecas. Cuando paso la luz por debajo del mueble pensó que era momento de salir, no había nada. Pero escucho como se cerraba lentamente la puerta, intento correr y se tropezó, el aterrado muchacho solo pudo ver como aquella luz desaparecía dejándolo en total oscuridad. Al caer se pegó en la cabeza cosa que lo dejo desorientado. Se levantó intentando buscar las paredes para guiarse, fue en ese instante donde el miedo y el pánico lo atraparon al oír una voz rasposa que venia del fondo.
-Ya está aquí.
-¿Quién es? -grito Mario-, no me da miedo.
Su pánico aumento cuando escucho como el ropero se abría rechinando y de el salían pisadas de un tacón, escucho, la silla que había sentido antes, se movía.
El miedo de estar dentro de ese cuarto no le dejaba pensar, solo se movía por instinto quería salir de ahí cuanto antes, sentia que el aire se le acababa y no podía respirar más. Fue en ese momento que sonó esa voz familiar.
-¿Tan pronto te vas hijo?
-¿Abuela? Pero tu...
-Nunca olvido el cumpleaños de mi nieto -decía la voz mientras encendía una vela con un pastel en esa hórrida oscuridad.
Mario fue caminando hacia la mesa donde estaba "Marta".
-Pensé que tú estabas...vi tu cuerpo.
-La realidad se altera fácil -dijo Marta-. Siéntate aquí estaremos juntos por siempre.
-¿Por siempre?.
-Ahora apaga la vela – dijo una voz seca.
Mario con ánimo tomo aire para apagar la única vela y soltando la bocanada vio como en cuestión de segundos, la cara de Marta se transformaba, la angelical sonrisa de su abuela cambio a la de un ser con malicia que le hacían falta varias piezas dentales, los que estaban podridos, las facciones de su rostro parecían las de un anciano de cien años. Pero era tarde para detenerse, la bocanada de aire salió de su boca apagando la vela dejando la oscuridad de nuevo.
-Juntos por siempre -dijo la voz espectral y seca.
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El alimento de los dioses
HorrorDisfruta de una compilación de tétricas historias breves que te helaran la sangre y te llevaran a querer más, primero pasaras por el cuarto prohibido de la abuela, luego atrévete a quedarte dormido mientras la sombra te observa, todo eso y más aquí...