Prólogo

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Mire a través de la cortina que separaba el "camerino" de el escenario, estaba en un bar de mala muerte, todas las mesas tenían formas diferentes, además se notaba que algunas hasta cojeaban, en una esquina del fondo había un señor que se había dormido y junto a él había una pareja de unos cuarenta y tanto, al parecer mantenían una discusión, por el otro extremo del bar estaba un grupo de personas jugando poker.

Cerré la cortina y comencé a hacer ejercicios de respiración, los nervios me estaban volviendo loca, esta sería mi primera presentación oficial, claro sin contar las que hacía en fiestas de la familia, que se basaban en cantar dos canciones como regalo de cumpleaños para cada uno de ellos, ya que no gastaría mi dinero en cosas materiales innecesarias, siempre preferí hacer regalos manuales que tuvieran más significado.

Volví a mirar a través de la cortina, habían unas diez personas esparcidas por todo el local. Nadie que yo conozca ni nadie de mi edad tampoco.

Hubiese invitado a mis amigos, pero no, me da mucha vergüenza y tenerlos aquí sólo alimentaría mis nervios.

– Señorita sale en diez minutos —dice el dueño del bar, era un señor regordete, con el cabello blanco por la edad, sin embargo su mirada era amable y siempre tenía una sonrisa en el rostro.

Conseguí hacer esta presentación gracias a mi hermana mayor Casi, su novio tenía un amigo que es hijo del dueño del local, por lo que me recomendó, claro, no puedo quejarme porque lo hizo sin pedirme nada a cambio.

Pase los diez minutos mirando a las personas de que entraban y salían del lugar y para cuando finalmente me anunciaron ya se habían ido la mitad de los clientes y los que quedaban estaban o jugando poker o dormidos y la pareja aún seguía peleando, entre en el escenario con mi guitarra colgada, sentía que esa guitarra me daba suerte, hasta tenía nombre, mi abuela decía que un músico de verdad nombraba a sus instrumentos, así que lo hice.

Justo estaba empezando a tocar unos acordes que daban inicio a la primera canción que escribí, pero no alcancé ni a cantar el primer verso, la pareja que peleaba comenzó a arrojar cosas sin parar, la mesa ya estaba en el suelo y estaban gritando muy fuerte, mire a un lado y el dueño del local ya se estaba caminando hacia ellos.

Bajé rápidamente del escenario y salí por la puerta trasera, soy muy cobarde y la verdad no me sentía con ganas de cantar en ese lugar, no era por discriminar ni nada, solo no quería estar cantando y que de la nada entrará alguien loco por la puerta o yo qué sé, supongo que mi carrera de cantante radicará en conciertos a mi familia y ya.

Comencé a caminar hacia la avenida para poder tomar un taxi y gire mi guitarra para que quede puesta en mi espalda, por suerte la calle no estaba tan saturada como de costumbre, lo que fue un alivio para mí, caminé por unos diez o quince minutos, con tranquilidad pensando en nuevas letras para mis canciones y justo cuando iba a hacer parar el taxi que venía, vi a un chico.

Él iba por la vereda de enfrente, tenía puestos unos  audífonos, no de los pequeños, unos de esos grandotes que ni idea de como se llaman, pero eso no fue lo que me llamó la atención, lo que me hizo mirarlo fue su expresión, pareciera que estaba a punto de echarse a llorar.

A la distancia que estábamos veía su cabello, era claro, su piel también, al parecer era alto pero su postura le quitaba algunos centímetros, como si ya no tuviera ganas de estar derecho o simplemente no tenía fuerzas.

Le hice una seña al conductor para que siguiera y me quedé ahí parada, pensando en qué hacer, bueno, podría simplemente dejarlo ir, pero, qué pasaba si él decidía suicidarse o algo, no podía permitirlo ¿verdad? No, claro que no, él merecía vivir, que estúpida ni siquiera lo conocía, ¿y si era un psicópata? No, lo dudo porque los psicópatas no sienten y él está triste.

Finalmente decidí no dejarlo morir, porque claro él era muy importante para alguien, de seguro su familia quedaría devastada o algo así, pensé en cómo ayudarlo pero no podía simplemente acercarme y preguntar ¿hey, que te pasa?, no, eso era muy acosador y yo era más normal que eso, así que decidí seguirlo y buscar alguna forma más casual de hablarle, algo como tropezarme y que él como buena persona que creo que es me ayude y en ese momento preguntarle si pensaba suicidarse.

Caminamos por al menos dos cuadras, bueno yo casi trote porque ese chico si que caminaba rápido, además lo perdí unas dos veces, por suerte yo conocía esta parte de la ciudad, en algún momento él comenzó a caminar más lento y entró en una cafetería, se veía pequeña y desde afuera pude ver que se sentó al lado del ventanal que da a la calle.

Bueno, este era el momento en el que podía arrepentirme y volver a casa para cenar después de todo aún era temprano, pero mi esfuerzo por seguirlo quedaría en nada, no podía irme y ya tenía que al menos ver si estaba bien o yo qué sé,finalmente decidí entrar en el local.

Caminé como si buscara el lugar perfecto para sentarme cuando ya lo tenía claro, me acerque a donde estaba el ventanal y me senté en la mesa continúa de la que él estaba, deje mi guitarra en el asiento a mi lado y golpee suavemente la mesa con mis dedos.

Ahora simplemente debía pensar en cómo hablarle y sonar normal, podría decir "hey se te cayó esto" y luego abordar el tema de su tristeza. Bueno siempre estaba la técnica de pedir cambio, si esa sonaba más normal que inventar que se le había caído algo, me levanté sin pensarlo mucho y me acerque a él. 

–¡Hola!, me preguntaba si tienes dos de cinco que me cambies– pregunté y puse una de mis mejores sonrisas, pero el ni se inmutó, caí en cuenta de que estaba con esos audífonos y me reí de mi propia estupidez.

Toque su hombro para llamar su atención y volví a preguntar mientras él bajaba sus audífonos. Volví a poner mi sonrisa y espere a que responda.

– Oh! Si claro, deja buscar – Hasta su voz sonaba triste, pero tenía un ligero acento, no pude diferenciar si era alemán o francés, ya estaba decidido no lo dejaría aquí solo, cuando ves a alguien triste no lo dejas y ya.

Mientras el buscaba me tome el tiempo de detallarle, su cabello era como del color de la miel y estaba todo despeinado, tenía unas pecas esparcidas por sus mejillas y nariz que lo hacían ver adorable y sus ojos eran azules, tan azules como los zafiros, estaban rodeados por unas pestañas claras que hacían que sus ojos se vieran aún más bonitos.

¡Este chico era un bombón! Aunque tampoco era que importara mucho, lo hubiese ayudado aunque fuera el ser más horrible de la tierra, todos merecen ayuda.

Estaba tan metida en mis pensamientos que no note que el me estaba tendiendo el cambio que te pedí, parecía desconcertado por mi falta de respuesta.

Busque con la mirada mi bolso para darle el billete pero caí en cuenta de que no tenía mi bolso conmigo, ¡que estúpida! Lo olvidé en el bar, mierda y ahora qué hago, maldición él pensara que soy una loca.

– ¿me creerías si te dijera que mi bolso se quedó en un bar y que no cargo ni un centavo? – ¡mierda! Qué vergüenza –¿sabés que? Olvídalo, moriré de hambre por allí.

Señale el lugar en donde estaba y comencé a caminar hacia allí, fallé y ahora él morirá por mi culpa y toda su familia sufrirá porque él ya no estará y...

– si quieres te puedo invitar una malteada – su voz me sacó de mis estúpidos pensamientos sobre el muriendo, me giré lentamente para mirarlo y me encuentro que me está mirando con una pequeña sonrisa y con sus mejillas sonrojadas, su sonrisa aunque es pequeña y no llega hasta sus ojos es hermosa, quiero que él siempre este sonriendo, es como si todo a su alrededor brillara con su sonrisa.

– Bueno, si no te es mucha molestia – le respondí mientras me sentaba en la silla delante desocupada en frente de él – Me llamó Astra por cierto.

–Lindo nombre, yo me llamo Klaus.

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⏰ Última actualización: May 01 ⏰

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