Capítulo 16. Inesperado

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—No —respondió sin poner en duda sus palabras, ni siquiera se dio el tiempo de reflexionar su respuesta de si esta era la indicada o esa era la forma de hacerlo.

Solamente lo dijo sin tomar en cuenta lo hiriente que sonaría.

—¿Por qué no? —preguntó Stark con tanto desconcierto. Tenía que ser sincero, ser rechazado dolía tanto como el bajo rendimiento en una empresa.

Iba poco más del mes desde el fallecimiento de su mejor amigo Bruce, el único consuelo que tenía era la dulce compañía de su amado Stephen, pero ahora él lo negaba.

—¿En serio preguntas por qué no, Tony? —Strange se levantó de la mesa, misma que había durado sido reservada alrededor de quince días por la ocasión especial— Por los poderosos Vishanti, no me hagas entrar en detalles.

Y dispuesto a marcharse, con los platillos recién servidos, el vino aún esperando estar servido en las copas y el brillante anillo en la mesa pasando frío por no cumplir su objetivo, Stephen se dio media vuelta mas su intención fue impedida por el hombre que le pedía pasar el resto de sus días a su lado, como un matrimonio.

—No me dejes, Step —rogó como a nadie había rogado.

Los ojos cafés de Stark se pintaban con un brillo de esperanza, pero esa misma pintura recurrió a correrse ante la negación de su contrario, aquel alto pelinegro por el que su propio corazón se blandía.

—Debiste pensarlo antes —contestó soltándose del agarre que poco a poco minimizó fuerza.

Tony veía cómo el hombre de su vida se alejaba cada vez más de él; preguntándose qué hizo mal, si fueron sus ambiciones o gustos gastronómicos, tal vez las palabras, la sinceridad o la contínua muestra de amor.

No tuvo más remedio que alzar la mano para solicitar la presencia del mesero y con ello pedir la cuenta de la cena que no se consumió, aún temblaban sus manos y el sentimiento no pudo ser evitado: ojos rojizos y llorosos, al igual que la punta de su nariz, y además, un típico y doloroso nudo en la garganta.

"Debiste pensarlo antes..." se repitió en su cabeza, y pronto, una vez dada la propina al mesero y poniéndose de pie para marcharse, suspiró con sentimentalismo, provocando derramar un par de lágrimas.

Fue entonces cuando sintió una suave caricia, una mano que deslizaba sus grandes dedos desde la barbilla hasta detrás de la cabeza. De inmediato cerró sus ojos, con una de sus manos quiso adueñarse de la mano impropia que lo acariciaba.

—¿Una pesadilla?

La pregunta estaba adornada de una voz gruesa, aunque dulce. Sabía a quién pertenecía ese tono, así que apresurado abrió sus ojos y se percató de que el panorama era totalmente distinto: su propia habitación, ambos individuos recostados sobre la cama, la luz solar entrando por las ventanas, y su parte favorita, Strange frente a sus ojos, procurando por su bienestar.

—Será una verdadera pesadilla si sucede —murmuró, dibujando una pequeña sonrisa en sus labios. Se sintió halagado por la gran atención recibida tras la noche apasionada.

—Es por eso que estoy aquí, cariño —contestó Stephen, sonriéndole de la misma manera—, para cuidarte de las pesadillas.

Tony sonrió con más amplitud, luego cerró sus ojos para sentirse mimado con el abrazo que Strange le dio, además de un beso en la frente. El resultado fue quedarse acostado boca arriba, con Stark sobre su pecho.

Ninguno hablaba, solo disfrutaban la soledad compartida en esa habitación. Uno al lado del otro, nada impedía que se sintieran tan queridos como en ese momento.

PESADILLA | IRONSTRANGE, MARVELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora