Prólogo

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La vida es triste, la vida no es color de rosa, todo puede derrumbarse en tan solo unos segundos.

La vida, tan efímera, la vida, escurridiza, como el agua entre las manos. La vida, cambia, vuela como la arena en una tormenta.

La vida es tan inmensa como el final del universo, y tan ínfima como la presencia de una gota de lluvia al caer al suelo.

La vida sólo puede definirse como el día de hoy,  brillante, como un amanecer cálido junto al canto de las aves, reconfortante, el desayuno tibio servido en la mesa , la música tranquila en el bus. Y grisácea, como el cielo del atardecer, fría como la lluvia que mojaba su hombros en aquel momento.

Merecía todo aquello. Merecía que sus ropas enfriaran su piel, y que no tuviera fuerzas para caminar.

Lo merecía, porque él sabía que no tenía valor. No veía el sentido de continuar con su existencia. Sería mejor para todos si tan solo acabara debajo del puente al que se dirigía. Sí, tan solo diez pasos más y podría sentir la brisa mover sus cabellos, vería el cielo gris como sus días y la lluvia caería directamente a sus ojos, sentiría la libertad que tanto había anhelado.

Nadie lo juzgaría, la niebla, tan espesa en aquel momento impediría ver más allá de sus brazos estirados.

¿Cuál es la razón de seguir viviendo sin un propósito? Ni siquiera era talentoso en algo. Eligió mal su profesión, en todos sus años quería que sus caprichos se cumplieran, pensaba que era feliz y que todos lo querían. Creía que al sonreírles a todos, aún en la desgracia, lo considerarían alguien valiente. Y solo se convirtió en la broma de sus allegados. En el payaso que nunca estaba triste.

Ni el mismo se quería. Hace tiempo lo había aceptado.

El creía ser feliz. Él creía tener mérito, él creía tener cualidades.

Pero nadie más lo creía.

Su familia lo consideraba inútil, como aquel televisor viejo que no sirve pero aún continua guardado en algún rincón.

Su novia, era la persona más tierna que conoció, la más leal y comprometida. Pero también la que podía destruirlo con tan solo algunas palabras.

Él sonreía para todos, reía con todo. Pensaba que lo percibían feliz, valiente y amado. Se equivoco.

Su sonrisa no podía cambiar las opiniones de los demás.  Ni la de él mismo.


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Life in Rose - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora