La Emparedada

7 0 0
                                    

Relato de ficción inspirado en la figura de Juana Gabriela Moro de López, Patriota y espía salteña, que junto a otras grandes mujeres, conformó una sólida red de espionaje, que se encargó de pasar información a los Patriotas sobre los movimientos del Ejército Realista.

"Fue mujer y leona, entre todas, la Juana Moro"

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Río Arias, Salta, 1814

La luna llena alumbraba mis pasos. Había recorrido este camino cientos de veces, llevando y trayendo mensajes escritos en códigos o con tinta hecha de limón, que solo podían ser leídos superponiéndolos a la luz de una vela.

Estaba vestida humildemente y de hombre, así me enseñó Petrona la forma de pasar desapercibida en los caminos oscuros, en los cuales no es normal que una mujer se pasee sola a la noche.

Caminaba por el margen del Río Arias, al cual había llegado desde la capital sin mayores dificultades, desde la Quebrada del Toro, para dejar el mensaje que había redactado sobre los próximos movimientos de los realistas en la zona.

Todo había cambiado desde la derrota del General Belgrano en Ayohúma. Los realistas sometieron rápidamente nuestro territorio y habían realizado masacres a familias enteras que eran acusadas de traidoras por colaborar con las tropas realistas. Pezuela era cruel, no tenía compasión ni con los niños, era una monstruosidad. Tristán había dejado el mando de las tropas luego de la Batalla de Salta, en Febrero de 1813, para cumplir la promesa que le había hecho al General, y desde entonces, el mando pasó a Pezuela, quien apañaba las barbaridades de ciertos oficiales, que robaban, saqueaban, violaban y mataban.

A mí me atraparon, un tiempo después del desastre de Vilcapugio, y me habían hecho llevar pesadas cadenas como castigo. No podían matarme, era parte de la sociedad salteña. Así que me hicieron prisionera

Pero no escarmenté, apenas estuve poco tiempo en la cárcel, cuando las tropas patriotas recuperaron Salta, y fui liberada.

En cierto punto de recordar todo lo vivido y sufrido por el pueblo salteño, escuche un grito de hombre

-¡ALTO EN NOMBRE DEL REY!

Giré, y ahí estaban, diez hombres siguiéndome el paso. Estaba muy lejos de llegar hacia mi caballo, así que decidí correr. Empezaron a perseguirme.

El subidón de energía me daba fuerza para seguir corriendo, tratando de salvarme. Antes de llegar al tronco del árbol hueco, para dejar el mensaje, decidí romper el papel... lo hice trizas y lo lancé por el camino.

Me atraparon. Yo corría a pie, ellos a caballo.

-A ver que tenemos aquí... - Dijo uno de los godos. Traté de zafarme, pero no pude. Sacaron el sombrero que tenía puesto y se sorprendieron a ver mi pelo negro caer como cascada hasta mi cintura. – Así que es una puta traidora, ¿eh?

-Traidora sí, hijo de puta es usted.- dije desafiándolo. Inmediatamente sentí la fuerza de su puño dándome en la boca. Segundos después, sentí el hilo de sangre corriendo por mi rostro, y el sabor a sangre invadiéndola.

-Revisadla, ved que cuidaba con tanto ahínco.- dio órdenes el jefe de requisarme, pero no encontraron nada.

-Llevémosla al cuartel, a ver que decide el General.- Me ataron las manos por delante con una soga. No podía faltar, que el soldado que me ató, intentara manosearme.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Feb 01, 2020 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

¡MIRA A ESA MUJER! - RELATOS SOBRE MUJERES QUE QUEDARON EN LA HISTORIA ARGENTINAWhere stories live. Discover now