Capítulo XXV

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Eran las seis de la mañana del día sábado, y a pesar de que nadie, a excepción de Noah, había podido dormir bien, ya todos se encontraban en pie en la casa de los Simmons.

Caleb había decidido ir a visitar a Evonne, tenía algo importante que decirle antes de que llegara la hora de irse hacia el Barrio Francés. Estaba ansioso, frotando sus manos con nerviosismo. Tocó la puerta, esperó unos segundos, y esbozó su mejor sonrisa. Cuando la puerta se abrió, su sonrisa se torció un poco y su ceño se frunció en confusión al divisar al pelirrojo del otro lado, vistiendo una bata de baño, y con algunos moretones muy notorios.

—Ah, eres tú. —dijo el chico, quien sostenía un vaso con leche en su mano derecha, y en el cabello rojizo, tenía una trenza a medio hacer.

—H-Hola, Romeo —lo saludó, aún sorprendido de encontrarlo ahí tan temprano. —. Busco a Evonne.

—Eso es obvio, digo, porque esta es su casa. —respondió el chico, intentando sonar gracioso, pero sin éxito alguno.

—¡Romeo, date prisa! ¡No te esperaré desnuda toda la mañana! —gritó Evonne, desde el interior de la casa.

Caleb arqueó una ceja, y dirigió su mirada, estupefacta, en dirección a Romeo, quien solo agachó la cabeza, presionando los labios para intentar reprimir una sonrisa burlona, sin éxito alguno.

—¡Evonne, tienes visita! —gritó con la voz temblorosa por las ganas de reír.

Se escucharon las pisadas de la chica, bajando las escaleras, y segundos después, ya se encontraba frente a ellos, vistiendo también una bata de baño, y una toalla enrollada en su cabello. Al ver a Caleb, la sorpresa no se hizo esperar a notarse en su rostro; y, a pesar de sentirse avergonzada, decidió caminar hacia la puerta en donde él se encontraba.

—Caleb, no sabía que estabas aquí —dijo, algo apenada luego de haber gritado aquello. —. H-Hola. —se acercó a él, y tímidamente besó su mejilla.

Él le correspondió el saludo, envolviendo los brazos en su cintura y pegándola a su cuerpo antes de, a diferencia de ella, plantarle un largo y tierno beso su mejilla.

—Lamento haber llegado sin avisar, yo... quiero hablar contigo.

—Te espero adentro, Evon. No te tardes, yo tampoco te esperaré desnudo toda la mañana. —dijo el pelirrojo, sonriendo con malicia mientras regresaba al interior de la casa.

Evonne presionó sus labios y cerró los ojos con fuerza, mientras negaba con la cabeza. Sabía que él lo hacía a propósito, para avergonzarla; esa era su venganza por lo que ellas hacían en el restaurante. Abrió los ojos y fijó su mirada en el chico, con una enorme sonrisa plasmada en sus labios.

—¿De qué quieres hablar? —preguntó, ladeando un poco la cabeza.

—Evonne, yo...

Las risas de Romeo y Loamy resonaron en toda la estancia, interrumpiéndolo. Evonne giró su cabeza hacia el interior de la casa, luciendo muy curiosa. Caleb suspiró profundo, a ese paso no podría contarle nada.

—Evonne, tengo que irme. —habló, llamando su atención.

—No, espera... ¿no ibas a decirme algo?

—Puede esperar —forzó una sonrisa, luego avanzó hacia ella y juntó sus labios en un largo y apasionado beso que la hizo estremecerse. —. Tengo que irme, te veré en unas horas.

Ella balbuceó algo inaudible, él sonrió al notar lo que le provocaba y, satisfecho, depositó un tierno y casto beso en sus labios. Luego giró sobre su talón para bajar las pequeñas gradas del porche y caminó hasta la calle.

Un Novio Para Mi Hermana (Evonne Necesita Un Novio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora