Cuando Natalia abrió los ojos al sentarse de golpe en la cama, cogió una gran bocanada de aire porque sus pulmones se sentían completamente vacíos. Sus manos le temblaban y el sudor le corría por la espalda y la frente. Al mirar por la ventana se encontró con un cielo un poco oscuro, y sin el sol asomándose, por lo que era probable que la alarma del móvil de Alba aún no sonaba.Ay, Alba... dormía plácidamente a su lado, completamente ajena a lo que le ocurría a ella. Con el ceño un poco fruncido estaba perdida en sus sueños, y el cabello alborotado, pero para Natalia seguía viéndose preciosa. Se sorprendió un poco al verse pensando así, y para peor, la pobre chica aún no se daba cuenta qué le había provocado el despertase así.
Se llevó una mano al pecho para intentar calmar el rápido latir de su corazón, con un gesto que casi buscaba evitar que éste se escapase de su caja torácica. Ella sabía que era anatómicamente imposible, pero aún así se sentía como si pudiese pasar en cualquier momento.
Fue cuando ya estaba un poco más tranquila, sobre todo que ya podía respirar casi con normalidad, que se percató de lo que le ocurría. De lo ajustada que se sentía su ropa interior. Se quedó sin aliento al notar la clara excitación que la invadía. Y como si no fuese suficiente, sintió a Alba removerse a su lado, intentando acercarse a ella otra vez. Se quejó en sueños al no ser capaz de volver a abrazarla.
Porque Natalia se había levantado en un respingo de la cama y se jalaba la camiseta hacia abajo para intentar ocultarse. Miró por unos segundos a su mejor amiga, y soltó el aire que estaba conteniendo cuando vio que no se había despertado, por lo que cogió su ropa y una toalla para ducharse.
Se quería morir de la vergüenza.
Le había pasado un par veces, las cuales podría contarlas con una mano, pero jamás en presencia de alguien. Por lo general se le iba a los pocos minutos después de despertarse, sobre todo porque siempre elegía evitarlo a toda costa y se concentraba en algo más, pero no se iba a arriesgar a que Alba la viese así. No. Qué vergüenza. Además, no quiere hacerla sentir incómoda. Ya se sentía así lo suficiente ella por su cuenta.
De forma cautelosa abrió la puerta de la habitación con cuidado de hacer ruido, y luego de confirmar que no había nadie despierto en casa, corrió por el pasillo para encerrarse en el baño. Soltó un sonoro suspiro y se miró en el espejo, tenía ojeras y el pelo revuelto. Abrió la llave para mojarse la cara y la nuca con agua fría, y una vez un poco más tranquila, se quitó la poca ropa con la que se había metido a la cama un par de horas atrás y se adentró en la ducha.
Cerró la cortina y dejó que el agua caliente le relajase los músculos, pero pasaban los minutos, y los minutos... y era inútil. Aquel asunto entre sus piernas no se le iba. Comenzó a agobiarse, y antes de que se pudiese dar cuenta, unas lágrimas de frustración se le comenzaron a acumular en los ojos. Los apretó y con la mano hecha un puño, golpeó la pared. Quería gritar. Y gritar. Y luego volver a gritar.
Y fue así como la encontró la Rafi, quien había escuchado los golpes en la pared al entrar a la casa. Se asustó más aún cuando escuchó sollozos mientras subía las escaleras, y luego de rápidamente chequear los dormitorios de sus hijas y encontrarlas aún dormidas, golpeó suavemente la puerta del baño donde sabía que se encontraba aquella chica que quería como si ella la hubiese parido.
"¿Natalia?" Preguntó al abrir la puerta, adentrándose en la habitación y provocando que los sollozos se detuviesen de golpe. "¿Cariño? ¿Estás bien?"
La chica que se encontraba al otro lado de la cortina asintió, pero claramente la madre de su mejor amiga no podía verla, por lo que se aclaró la garganta con la esperanza de que no se le quebrase la voz. Su erección aún no se iba, lo que la hacia sentir completamente vulnerable.
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Remember everything will be alright || (Albalia)
FanfictionNatalia Lacunza nació y creció llamándose erróneamente Mikel, como su padre, hasta los 9 años. Cuando comenzó a darse cuenta que no era igual que el resto de los niños de su edad, y poco a poco, que tampoco se sentía como uno. Alba Reche, su mejor a...