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Era 1942, no sabía en donde estaba ni a donde me dirigía, era muy temprano y el sol se asomaba por el horizonte, el clima era gélido y yo trataba de no hacer ruido en el fondo de la camioneta en donde estaba, una familia de franceses decidió ayudarme a cruzar los puentes de revisión militar de Alemania, todo era muy confuso para mi, apenas era una niña, desahuciada.
A mi familia se la habían llevado a los campos, no sabia muy bien que era eso, pero aun siendo tan joven tenia en mente que era casi imposible que regresaran de ese lugar.
Estaba vagando para poder encontrar un lugar para quedarme y llegar a Suiza, cuando unos franceses me encontraron y supieron de mi situación decidieron que podría ir con ellos.
Estaba escondida en el cajón debajo de los asientos traseros, con ropas de aquellos que me ayudaron para desviar el olfato de los perros; era incluso mejor eso que volver a caminar todo lo que ya había recorrido hasta que me encontraron. A estas alturas yo confío plenamente en cualquiera que esté dispuesto a ayudarme, toda esta situación es un sufrimiento.
Fue ahí mientras divagaba en mi mente cuando de un frenazo llegamos a lo que parecía ser el punto de chequeo. La sangre se me bajó a los pies y me puse muy fría, me invadió el miedo de ser encontrada, ya que no solo arriesgaba mi vida, también la de aquella familia que quiso ayudarme.

-¿A donde se dirigen tan temprano?- se escuchó una voz masculina desde el exterior, probablemente era un soldado que lo pusieron a hacer labor tempranera de revisión - ¿tienen papeles? - hubo una pausa silenciosa en donde por poco se me salían las lagrimas del miedo - Franceses

- Si, somos residentes en Alemania pero somos nacionalizados Franceses, nos dirigimos hacia allá - respondió la mujer mas vieja que se encontraba en la camioneta

- Por ordenes de gobierno Alemán, les tengo que pedir que bajen de su camioneta y les haremos un breve chequeo, cualquier cosa inusual encontrada me veré obligado a detenerlos y hacerles algunas preguntas al respecto, ¿entendido?

- Si - respondió el hombre abordo

- ¿Ocultan enemigos del estado? - Mi respiración se detuvo, no sabía que me depararía, probablemente fue un error tomar la ayuda de aquella familia, pero yo ya estaba ahí y no podía hacer nada. El silencio me dijo que probablemente sabían que yo estaba escondida ahí y que era cuestión de segundos para que me fusilaran

- No - respondió el hombre

Se abrieron las puertas y se escucharon pasos, a lo lejos cadenas y botas tronando las pequeñas piedras, se escuchaban jaleos de los perros que usaban para detectar olores de las drogas que traficaban ilegalmente a los soldados en batalla, mientras yo le pedía a Dios que no me encontraran y poder salir viva de ese lugar junto a los que me habían ayudado.
Estaba nerviosa, triste y desconcertada.
¿Por qué poner en peligro la vida de los demás?
Quería llorar, pero todo ese miedo lo tenía que reprimir para no hacer ruido y ser encontrada, no veía nada, todo estaba oscuro.

-Listo, buen viaje

Pasaron horas y horas y yo seguía allá abajo, moría de sed pero no quería molestar, hasta que abrieron el cajón

-Con un demonio no haces ruido, por un momento pensamos que ya estabas muerta, ¿estás bien niña?, ¿como me dijiste que te llamabas?

- Ita, Kedma. Señora

-¿Estás bien? ¿Necesitas algo? Ya falta poco, ¿quieres ir al baño?

-Me regalan un poco de agua?- dije con la garganta seca y los labios partidos, con la espalda adolorida y sin poder abrir bien los ojos por la luz, la señora me miró atentamente y le pidió a su hijo que le pasara un pequeño frasco con agua 
Lo puse en mis labios para que aquella agua diáfana se precipitara en mi boca y volviera de nuevo a la vida

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⏰ Última actualización: Feb 03, 2020 ⏰

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