El otro lado

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MEID

Mis parpados me pesan, siento que el peso de mi cuerpo me pesa. Tratando de recordar lo que sucedió. Visualicé una habitación color amarillo pastel. Me levanto de la cama, sé perfectamente que no me encuentro en mi departamento. Los únicos recuerdos que tuve fue el bar, el chico de ojos color miel y Félix drogandome de nuevo.

Recién me percato de la ropa que tengo puesta. Tengo un camisón azul oscuro que llega por mis muslos. Sentí mi sangre hervir. Pero ¿qué demonios? Me sentí furiosa y confundida. Sentí la puerta abrirse. Rápidamente noté al chico de ojos azules quien traía una bandeja de plata con muchos aperitivos. Él al notar mi mirada confundida. Colocó la bandeja en una mesita al lado de la cama.

— Buenos días. Te traje el desayuno, por si llegabas a tener hambre- Dice amable mientras sonreía de un lado, tratando de transmitir paz y comodidad. Pero al notar que tenía un camisón que tenía de encaje, volteó rápidamente la mirada para no incomodarme.

— ¿Dónde esta Félix?- Pregunte directa mirándolo fría.

— No está, se fue a resolver unos asuntos personales, y él me pidió que después de todo debías descansar y que debía cuidarte- Soltó así sin más rodeos.

— Sé cuidarme sola. Y otra pregunta. ¿Qué demonios le hicieron a mi ropa de ayer? Y ¿Por qué me pusieron este estúpido camisón?- Solté con agresividad. Pero él se mantenía tranquilo.

— No puedes estar sola. Los demás ya te marcaron Meid. Y quieren saber quién es la "chica nueva" por ende implica hacerte parte de nosotros. Sé que estas cansada y tienes muchas dudas. Y sobre tu ropa, al matar a todos esos idiotas, se mancharon tu vestuario de sangre. Tuvimos que ponerla a lavar, y él camisón era lo único que teníamos acá. No solemos tener visitas y mucho menos una femenina.

— Ustedes no pueden decidir sobre mi, además ni siquiera sé tu nombre. Gracias por lo de ayer, ya sabes- Señale la cabeza que tenia una bandita en la cabeza. Me volví a recostar en la cama, y me senté con las piernas cruzadas.

— Otro día sabrás mi nombre, ahora debes comer algo- Soltó una risita y tomo la bandeja. La colocó en mi cama. No voy a negar, muero de hambre. En la bandeja había muchas cosas como panqueques, frutas cortadas, un exprimido de naranja. Chocolates, tostadas fracesas y por ultimo croaissonts de chocolate. Me llamó una tarjeta delicada, obviamente se trataba de Félix.

Tomé la tarjeta y me dediqué a leerla.

Buenos días, espero que hayas dormido bien, disfruta el desayuno y los croissants de chocolate. Ahora no puedo responder aún tus dudas pero cuando regresé te daré información.

Atentamente F.

Carajos. Entonces fue él quién me regalaba croissants de chocolate. ¿Realemente me ha espiado? Mi confusión aumentaba más. Ése chico me miraba curioso. Como si quisiera entender algo.

— Desayuna, si necesitas algo solo llama- Sonriendo mientras se va.

— ¿Cómo te llamas?- Pregunté mirándolo seria.

— No puedo decirte mi nombre verdadero, pero puedes llamarme Eliot- dijo él. Y si antes estaba confundida y curiosa, imagínate ahora. ¿Eliot? ¿Por qué no me dice de una vez su maldito nombre? Debo buscar una forma de sacarle información.

— Muy bien Eliot. ¿Me dirás dónde esta el baño? Quiero darme una ducha- Sonreí traviesa. Él miró desconcertado y a la vez curioso. Si debo seducirlo, o ponerlo en aprietos lo haré con tal de saber las respuestas que necesito. Él me guió a uno de los baños lujuriosos. Apenas ambos entramos, cerré la puerta con seguro.

Me he vuelto a enamorarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora