único.

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Querido Hoseok:

No tengo mucha idea de cómo hacer esto, quiero decir, ya sabes que no suelo escribir—no a personas—pero tú eres una excepción. Me cuesta pensar que ya no puedo verte escribiendo tus historietas en el escritorio de la habitación para acabar tirados en la cama contigo contándome todos y cada uno de los detalles de lo que sea que hubieses escrito.

Aún me acuerdo de la primera vez que te vi: fue como si todo mi mundo hubiese cogido color después de ver esa sonrisa tan mágica, tan tuya. Esa sonrisa tan brillante que podía iluminar hasta el callejón más oscuro en un momento; esa sonrisa tan deslumbrante que hizo que yo tardase segundos en enamorarme de ti y caer rendido a tus pies como nunca había hecho con nadie. Con eso, era obvio que tenía que ir a verte una segunda vez: ahí estaba yo, observandote desde la distancia. No sé cómo tuve el valor de acercarme a ti para preguntarte si te apetecería salir conmigo alguna vez, todavía recuerdo la gran sonrisa que me diste y cómo asentiste a mi pregunta; como si lo estuvieses esperando, como si Cupido nos hubiese flechado y nos hubiera allanado un poquito el camino. Asentiste y yo no pude creérmelo, me sentí tan confuso de la idea de ti queriendo a algo tan... yo.

Yo siempre fui alguien sin gracia pero ¿tú? Todo de ti era maravilloso: tu forma de ser, tu risa... hasta tu andar era algo envidiable por los propios dioses. Despues también estaba esa filosofía de vida tan única que tenías.

Estabas tan lleno de vida que me hiciste sentir la mía. Y créeme que seguir sin ti es tan, pero tan difícil, que no puedo dormir, no puedo siquiera recostarme en esa cama sin que se me cristalicen los ojos y mi propia mente me atormente con mis arrepentimientos, Hoseok. Estar ahí solo me hace recordar tu pelo revuelto por la mañana—sí, ese del que tanto te avergonzabas aún cuando te veías tan tierno—, tus manos que encajaban tan bien con las mías, tus ojos cálidos y el hermoso conjunto que hacían con aquella sonrisa sacada de cuento... Acabo recordando todo lo que te hacía tan tú, tan único.

Como si fuera poco lo extraordinario que eras, estabas hecho el positivismo en persona. ¿Te acuerdas de aquella cita en el parque? planeé todo tan meticulosamente, queriendo que todo saliese perfecto... solo quería hacer esa típica escena de película del picnic, que te sorprendieses y se te enamorases de mí como pasa en las películas de Disney y... todo acabó en el suelo por la imprevista aparición del viento. Definitivamente Eolo nos odiaba y se burlaba de mí saboteandome pero eso no fue impedimento para que Cupido hiciese su magia. Simplemente te reíste de la situación y nos quedamos toda la tarde allí sentados como si nada hubiese pasado y no hubiesemos estado recogiendo comida del césped por diez minutos.

Esa tarde me hablaste del ruiseñor, que su canto era el mejor de todas las aves y que a pesar de su sencillez, te parecía el más hermoso de todos. Si tan solo supieses lo bello que eres a mis ojos, no pensarías que ese pájaro sin gracia era la criatura más majestuosa que había en la Tierra. Durante tantos meses me diste tanto de ti, me enseñaste cómo era capaz de amar tan incondicionalmente a una persona sin darme cuenta. Porque sí, no me di cuenta de cómo poco a poco me fui enamorando de ti de una manera tan profunda que irremediablemente te quedaste calado en mi pecho. Tal vez es por eso que no me percaté de esto último hasta que te fuiste, hasta que te desvaneciste de aquella forma ante mis ojos en apenas segundos.

Y ahora que ya no estás, ni siquiera puedo ver ruiseñores sin pensar en ti, ya no puedo ver sonrisas sin compararlas con la tuya, tampoco soy capaz de tener sexo con alguien sin que se me vengan a la cabeza tus gemidos para recordarme que no hay ni habrá otros más bonitos que los que tú me dabas con esa respiración agitada y esa mirada a rebosar de amor.

Lo que quiero decir es que no soy capaz de ver más allá de ti, no puedo ni tampoco quiero. Me niego a olvidar todo el amor que me diste sin estar recibiendo nada a cambio, solo querías estar a mi lado sin importante cuán malparado podrías salir del huracán que soy. Te estoy tan agradecido que se me parte el corazón poco a poco de pensar en todos recuerdos oscuros que decidiste guardar en el cajón aquella vez, teniendo fe de que no volviese a montar otra escenita, pero parecía no poder evitarlo. Contigo fui todo lo que nunca fuiste tú conmigo: manipulador, mentiroso, malagradecido... Trataste de darle un orden a mi vida e intentabas hacerme ver que más allá de mi mal carácter había alguien afectuoso que podía darte el amor que tanto me reclamabas. Es por eso que detesto el pensar que rompí tu corazón una y mil veces, en cambio, tú no hiciste más que reparar el mío.

Tanta culpa, tanto arrepentimiento, tantos pensamientos haciendo mis noches en nuestra cama peores que un día en Guantánamo. ¿Así te dolía a ti el alma cuando me iba y te dejaba durmiendo solo, destrozado por alguna discusión sin importancia que tuviesemos? Tú siempre fuiste un ser de luz lleno de vida y a sabiendas del desastre que yo era, quise pensar que podría salir bien. Lo siento tanto, Hobi. Es mi turno de sufrir y ni siquiera me molesta eso porque es lo que me merezco pero... sé que a pesar de todo querrías que esté bien, eso es lo que más escuece... Fuiste tan inocente que me perdonaste todo en vez de irte o alejarme y, como era de esperar, acabé destrozandote.

Ojalá pudiera volver a empezar todo de cero, ojalá tuviese oportunidad de verte otra vez, de arrodillarme ante ti, llorarte, decirte todo lo bonito que siento por ti y cuán agradecido estoy de que hayas aparecido en mi vida... Cualquier cosa con tal de verte...

Ojalá nunca hubieses muerto antes de decirte lo mucho que lo siento.

Hasta que nos volvamos a ver,
Yoongi.

Querido Hoseok | yoonseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora