SHOT 2

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 Candice White miraba por la ventana de su habitación en el hogar de pony la hermosa luna en el cielo nocturno, estaba triste, como cada año por estas fechas, la nieve le hacía recordar aquella larga caminata cuatro años atrás, que sentía el frío calando hasta los huesos, habían pasado muchas cosas después de aquel día, pero ella en su corazón todavía guardaba ese sentimiento profundo y cada vez más grande hacia un hombre que tuvo que dejar ir por el bienestar de otra persona.

-Todavía me dueles Terry Granchester- confesó la chica mientras estrujaba contra su pecho un libro lleno de recortes de periódico donde además de fotos había críticas de las obras donde el susodicho había participado- ¿Qué estarás haciendo hoy? ¿Con quién pasarás tu cumpleaños? - se preguntaba pasando su dedo sobre la foto del periódico donde había hecho el último recorte con la imagen de Terry, fijándose en la fecha, veintiocho de enero- un año más y no puedo abrazarte y desearte un feliz cumpleaños, un año más y no puedo mostrarte que he aprendido a hacer un pastel sólo para ti ¿Hasta cuándo Terry?, ¿Hasta cuándo? - se preguntaba mientras las lágrimas bañaban su rostro.

Más allá en una pequeña colina el gran árbol padre se levantaba imponente a pesar de estar cubierto de una capa blanca cual sábana arropando un niño, desde ahí, en el camino que lo rodeaba se podían ver las luces de un vehículo acercándose, Candy se enjugó los ojos, extrañada de que a esas horas alguien anduviera por ahí. La rubia se colocó un grueso abrigo, salió de su habitación al tiempo que la hermana María y la señorita Pony lo hacían también.

-Candy, ¿Qué haces despierta todavía? - preguntó la hermana María.

-No podía dormir- respondió la chica.

- ¿Otra vez? - le cuestionó la señorita Pony.

La chica no contestó pues en ese momento la puerta principal retumbaba con los golpes que alguien daba.

-Buenas noches- saludó la señorita Pony al abrir.

-Buenas noches señorita, disculpe la hora, no habría venido si no fuera urgente- se excusó un hombre alto de cabellos oscuros.

-No hay problema señor Johnson, las puertas de esta humilde casa siempre están abiertas para usted- declaró la regordeta mujer- pero pase por favor, hay mucho frío para estar ahí afuera.

-Le agradezco, pero necesito ver a la señorita Andley.

-Estoy aquí George, ¿Qué pasa? - interrogó la rubia.

-Buenas noches señorita, he venido a buscarle de parte de William.

- ¿Albert ha llegado de su viaje? - preguntó la chica curiosa.

-Sí, pero se ha suscitado un inconveniente y me pidió venga a pedirle por favor que vaya a la mansión con su maletín de curación.

- ¿Le ha pasado algo? - indagó asustada.

-No, no, él está bien, pero...

-Pero... George, por favor me estás asustando.

-William no llegó solo y hubo un altercado con el señor Cornwell.

- ¿Con Archie? ¡Pero que rayos! - la rubia por un momento olvidó su tristeza para cambiar su estado de ánimo a uno de sorpresa y angustia- voy por mis cosas, no me tardo.

Candy se fue rápido por su maletín, mientras que George se quedaba en la puerta explicando brevemente la situación a las dos mujeres que con pesar en el rostro lo escuchaban hablar; no pasó mucho tiempo cuando la rubia regresó con maleta en mano.

- ¡Candy! No te cambiaste- afirmó la hermana María observando como el filo de su bata asomaba del abrigo.

- ¡No hay tiempo que perder! - exclamó- vámonos George- dijo al tiempo que salía- en cuanto llegue ahí les aviso que pasó y como está Albert.

Para TerryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora