M E A N W H I L E

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Para un unicornio

sireno el cual es

capaz de salvar medio

bocadillo de jamón

con mayonesa y una

tortilla de una caída

mortal y crucial en

un bus.


Rajoy sentó su recatado trasero en un trono de hierro ubicado en el Congreso de los Diputados. Arreglando los papeles que habían sobre su mesa y pasando su mano sobre su engominado y pegajoso pelo se alzó.


-Bueno nenes, ya empezamos. -Dijo.


Albert Rivera levantó la mano antes de que Rajoy pudiera seguir hablando. Rajoy le señaló.


-¿Va a decir algo, señor Rivera?


Rivera se quedó en silencio, con la mirada perdida en el infinito.


-¿Rivera...? -Se preocupó Rajoy.


-Sí.


-Bien ¿qué quiere decir, señor Rivera?


-Sí.


-¿Sí qué, señor Rivera?


-Sí.


-¿Se encuentra usted bien?


-Sí.


-Bien...


-Sí.


-Bueno, si no va a decir nada más le cedo el turno a otro...


-Sí.


-Gracias, señor Rivera


-Sí.


Y todo el partido de Albert Rivera aplaudió las sabias palabras de su líder.


-¿Usted tiene algo que decir, Señor Pedro?


Pedro Sánchez estaba a punto de hablar, agarró el micrófono con ambas manos y comenzó a sudar. Su cara se puso roja como una rosa floreciendo en primavera. Pasó el tiempo y Rajoy se preocupó.


-Disculpe, señor Sánchez -Dijo preocupado Rajoy -¿Se encuentra usted bien?


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