Prólogo

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Lee Minho de dieciséis años salió corriendo fuera de su hogar tan pronto vio el lujoso auto de sus padres saliendo del estacionamiento de la gran mansión en la que vivían. Tenía colgando en su espalda una mochila que contenía ropa, un traje de baño, una toalla, una manta, cremas para la piel, comida, una cámara de fotografías instantáneas y sus cosas esenciales, es decir su celular y las llaves de su hogar. Cuando pudo ver que estaba lo suficientemente lejos de su hogar comenzó a caminar de manera normal. Caminó al menos dos calles hasta una estación de bus, pero no estaba esperando por el bus. Miró el reloj en su muñeca y sabía que él estaría ahí pronto. Él siempre era muy puntual y solo faltaban al rededor de cinco minutos para el encuentro de ambos. No se equivocó cuando al minuto un auto se estacionó frente a él y pudo ver al chico que le robaba suspiros con una gran sonrisa en sus labios. Sin pensarlo mucho se montó al auto y besó los labios del chico que conducía.

Era Christopher Bang. Era un año mayor que Minho y estaba a punto de graduarse. Era transferido de Australia y desde que el menor lo vio pasar por el portón del estricto colegio con el cabello teñido de rubio no pudo más que enamorarse. Muchos veían a Chris como un chico malo que hacía lo que quería, pero era solo un chico transferido con costumbres diferentes. Christopher mostró ser muy inteligente y aplicado en la escuela. Mientras Minho lo conocía pudo ver que era mucho más de lo que decían o se podía ver de él. Christopher Bang era simplemente perfecto. Era una lástima que sus padres no pudieran ver eso.

Cuando el beso de ambos hubo llegado a su fin, Chris arrancó el auto y fueron en silencio hasta su lugar secreto. No era incómodo. Era la forma de ser de ambos. Con la sola presencia del contrario podían conformarse. Cuando llegaron, Chris se estacionó y caminaron hacia donde siempre. El lugar era un lago a las afueras de Seúl que casi nadie conocía. Chris lo había descubierto por casualidad cuando estaba explorando al llegar nuevo a la ciudad y se convirtió en su lugar secreto. Cuando Minho se unió a su vida comenzó a ser el lugar de ambos.

Ambos dejaron sus mochilas en el suelo y comenzaron a buscar su ropa de baño para meterse al lago. También dejaron la manta preparada en el suelo para cuando salieran poder sentarse ahí de manera cómoda. Ambos se daban la espalda, porque aunque ya habían tenido relaciones sexuales, ambos se tenían mucho respeto. Cuando estuvieron vestidos se lanzaron al lago sin más y comenzaron a jugar con el agua. Nadaban, se abrazaban, se besaban. Salieron en cierto punto para poder comer algo y ahora ambos se encontraban acostados sobre la manta mirando el cielo, que ya estaba naranja y semi rosado pues comenzaba a anochecer.

-¿Cómo va el negocio de tus padres? -pregunta Minho aún sin dejar de mirar al cielo.

-Va bien. Papá dijo que pronto me tendría buenas noticias. Estoy seguro que el negocio creció lo suficiente y podremos mudarnos a un edificio más grande. A papá se le ve muy feliz últimamente.

-Eso se bueno. -Minho se levanta y se vuelve a sentar de nuevo, pero esta vez sobre la pelvis del mayor. -Si el negocio va bien es posible que por fin mis padres te acepten.

-¿Tanto te preocupa eso? -dice y se sienta para poder verlo a la vez que lo toma de la cintura para darle suaves masajes.

-Sabes que seguiré a tu lado aún cuando mamá y papá no quieren, pero sería mil veces más sencillo estar juntos sin tener que escondernos. ¿No sería genial poder estar juntos sin tener miedo? Yo de verdad deseo eso.

-Tienes razón. Sería genial. -sonríe amplio y lo toma fuerte para girarlo así quedando sobre él. -¿Sabes que te amo?

-¿Y tú sabes que yo te amo? -ambos sueltan una risa después de eso. -Te amo. Te amo demasiado.

-Yo también te amo. -le dice y se acerca para dejarle un pequeño beso.

Luego de ese beso le siguieron más y más hasta que se hicieron más largos y apasionados. Ambos se miraron a los ojos y sabían lo que deseaban. Estuvieron juntos esa noche y se amaron como siempre lo hacían, pero nunca imaginaron que sería la última vez que se verían.

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