Los 7 pecados capitales (la Hermana De Meliodas)

La verdad es más dolorosa que la mentira

Pov, narrador.

-¿Que hago aquí?, Este no es el laberinto del festival-

Se pregunto Lacey viendo a sus alrededores, ciertamente no estaba en el festival, ahora el lugar en el que se encontraba era el Reino Celestial, precisamente en la habitación donde siempre se reunía con la Deidad suprema.

-tiempo sin vernos... Traidor-

Lacey no se creía lo que había escuchado, se dió vuelta encontrando a la madre de su hija sentado en su trono.

-Tambien me agrada verte Deidad suprema, ¿Cómo has estado?, Yo e estado bien por si querías preguntar-

-traicionaste a tu raza, a los arcángeles, me traicionaste a mi por el amor que le tenías a todas las razas, pero más por el amor que le tenías a los demonios-

-matabas a Demonios inocentes, ¿Y para que fin?, Para ser la raza más fuerte sin que te importara toda la sangre que se derramaba-

-¿Y a ti si te importo?, Antes de conocer a la mujer demonio eras igual a mi... Frío, sin resentimiento, honorable, orgulloso, eras respetado y temido por todas las razas existentes y por existir, incluso creaste Stigma para matar a el rey demonio-

-Stigma fue creado para acabar la guerra, no para matar solo al rey demonio-

Ambos estaban serios mientras discutían, aunque la Deidad estaba más dolida que enojada por la deslealtad de Lacey hacia ella.

A Lacey le pasaba lo mismo, a pesar de que fue la primer mujer en la que se interesó además de ser la madre de su primera y única hija -hasta el momento- el ya no sentía nada por la Deidad más que un rotundo rencor por haber hecho una maldición como esa a el fruto de su "amor".

-¿Cómo sigue?-

-si te refieras a nuestra hija, debo decir que aún se siente mal por haber Sido traicionada por su madre-

-tu fuiste quien comenzó esa tonta guerra, yo solo quería matar a la raza demoníaca pero tú juntaste a las demás razas hacer un pacto de que habría Paz-

-y hubiera salido bien, de no ser por qué te negaste rotundamente cuando era tu turno de aceptar el tratado de Paz, es por eso que el Rey Demonio hizo lo mismo declarando la guerra a las demás razas-

Empezaron a discutir nuevamente, sin notar que eran vistos por una pequeña albina con un par de alas sobresalientes de su espalda.

-¿Papi?, ¿Mami?-

-¿Elizabeth?-

Ambos miraron con asombró a la albina, quien parecía haber despertado por el alboroto que ellos estaban haciendo pues se tallaba su ojo haciéndola ver adorable.

-¿Que están haciendo?-

-n-no es nada cariño, mami y yo solo estábamos planeando algunas cosas, lamento el haberte despertado-

-crei que habíamos a dormir juntos-

-claro, en un momento te alcanzamos, ¿Okey?-

-si mami-

La niña volvió por dónde vino directo a su cama que compartía con sus padres, quienes ahora solo pudieron dar un suspiro de cansancio.

-hace tiempo que no la escuchaba decirme de esa forma-

-no sé, tal vez por qué arruinaste su corazón con tu orgullo y deseo de matar a la raza demoníaca-

-solo por esta ocasión te daré la razón... ¿Cómo es que terminamos así?-