Capítulo 13

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Cada día que pasa es un día que siento que no puedo más. El nivel dificultad y cantidad de tareas que he tenido ha ido en aumento. Las prácticas de lacrosse han tomado buena parte de mi tarde, y además he tenido que empezar a ejercitarme en casa para tratar de alcanzar físicamente a los demás jugadores. Estoy agotado.

Ya casi no llueve por las mañanas, lo cual es bueno considerando que en Oregón las lluvias son un tanto intensas. Dejo estacionado mi auto donde siempre, contemplando como el rojo reluce ante la luz que un día nublado crea.

He llegado temprano hoy, como cinco minutos antes de lo usual, pero quiero ir ya a clases para poder terminar un análisis que debo entregar en la siguiente hora. Me preocupa que, si no llego a prestar la atención adecuada en las clases por terminar las tareas ahí, mis notas se vean afectadas.

Llego a mi edificio, rustico por fuera, pero todo un sueño arquitectónico posmoderno por dentro. Recorro los pasillos y subo las escaleras hasta llegar al segundo nivel. Noto a varios alumnos caminando o perdiendo el tiempo por ahí, ya no me puedo dar ese lujo.

Al doblar en la esquina que lleva a mi clase, me topo con la sorpresa de Tristán hablando con Lianna a pocos pasos de la puerta por la que debo pasar. Sus expresiones permanecen serias, y sus movimientos y posturas me indican que su charla puede llegar a tocar temas confidenciales para el resto de mortales.

Casi me olvidaba que a Lianna le gusta Tristán. Por esa razón, decido no interrumpir su charla, trate sobre lo que trate, y voy directo a mi salón. Pero no he cruzado la puerta cuando alguien me llama.

—Es deseducado el no saludar —Tristán me habla con su tono de superioridad.

—Lo lamento —digo al voltear hacia ellos—. Creí que querían un poco de espacio.

Lianna me frunce el ceño levemente, estoy pisando terreno prohibido. Será mejor que me detenga ahí.

—Y así es —ella se aclara la garganta—, pero también te interesa oír esto.

Oh, no. Ya sé de qué tratará todo. Me pregunto si Lianna alguna vez va a comprender que el hecho de que le ponga mucho empeño a su plan me pone los pelos de punta. No es tan serio.

Dudo un momento, pero al ver que no tengo opción avanzo hacia ellos sin decir nada.

—Estaba hablando con Tristán sobre el plan —Lianna continua.

Vaya sorpresa. ¿Quién hubiera pensando eso?

—Como es de esperarse, Alex tiene muchos secretos —Tristán ahora se enfoca en mí—. Dentro y fuera de su fraternidad pueden llegar a ocurrir cosas un poco sospechosas.

—Supongo has de saber sobre que iba más de alguna de esas cosas —trato de ponerle interés al asunto.

—No, no sé nada importante. En la fraternidad, todos hacen lo que Alex ordene sin pregunta alguna, así pueda llegar a ser algo desconcertante —el chico observa si alguien está escuchando—. Ninguno de los otros idiotas se mete en los asuntos de él por miedo, los únicos que probablemente sepan más de algo son sus dos perros mayores, Drake y James.

—Pero sacarles información a ellos no es una opción, sería imposible —hago una mueca al pensar que terminarían acusándonos con Alex de andar fisgoneando donde no debemos.

—Son muy leales a él, en su mayoría. No soltarían nada por nada. Pero si me pude dar cuenta de algo es que a Alex le gusta documentar todo, tener pruebas y evidencia de todo lo que hace y quienes están involucrados.

—¿Por qué alguien tendría cosas que lo pueden incriminar? —me parece algo idiota para venir de Alex.

—Es para poder hundir a los demás si Alex llega a hacerlo. Si algo le pasa a él, se asegurará de que su equipo también la pase mal. Es un tanto retorcido.

AnárquicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora