ATRINCHERADO

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Madre, tengo miedo.
Porque me abandonaste e hiciste caso a Padre?.
Tengo frio y mucha hambre, como encuentro a faltar el puchero que me preparaba.
Aquí nadie sabe nada sobre la guerra, y si alguien sabe algo, calla para no bajarnos la moral.
Tengo algún amigo que otro, pero cuando te das cuenta los han matado por fuego enemigo.
Hoy nos han atacado con artillería pesada, a sido horrible, sólo sangre y gritos se oían, la desesperación es tal que quieres morir.
Pero esto no es lo peor, ayer tuvimos ataque aéreo Madre.
No sabe usted lo que es pasar miedo de verdad, es el mismísimo infierno.
El ruido es devastador y ves cuerpos desmembrados por todas partes, es el apocalipsis.
Todavía no entiendo que mal hice yo para acabar aquí, sólo tengo 17 años y tenía una vida y un trabajo, era feliz.
Porque Padre me obligó a venir, me delató ante el ejército y se me llevaron de malas maneras.
No hay derecho, porque no vino Padre en vez de yo, el es militar y sabe de armas.
Supongo que era una deshonra para el que su hijo no viniera al frente.
Pues bien ya me tiene aquí, sin saber que me depara el futuro, si mañana estaré vivo o moriré como mis compañeros.
Tengo mucho miedo Madre, esta guerra no es mía y no estoy echo para la batalla.
Creo que ya van tres meses desde que marché de casa, hasta ahora no pude escribir.
No sé si llegará esta carta algún día, o se perderá en medio del fuego cruzado.
Tan sólo quiero que sepa que la echo mucho de menos, y a la pequeña Sara también, mí hermanita pequeña.
Espero volver pronto a casa y poderla abrazar, siento mucho no poder decir lo mismo de Padre, me a vendido como ganado y me a entregado a la muerte.
Está enfermo de la guerra y obsesionado con el deber y el honor, hasta el punto de sacrificar a su propio hijo.
Creo que no tengo nada más que decir.
Un fuerte abrazo de vuestro hijo que os quiere.
Francisco.

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