Mirio era uno de los caballeros más fuerte y respetable del Reino Led, por eso la Reina de hielo le había encomendado la misión de buscar y traer a su hijo menor, el príncipe Shouto. Él y un grupo selecto (conformado por mensajeros, arqueros y otros caballeros) habían salido con rumbo a los bosques más peligrosos, donde antes había estado Dikoye Plemya, no sabían lo sucedido pero sabían de su casi exterminio y que los sobrevivientes habían buscado refugio en otros lugares.
En cuanto el príncipe menor había desaparecido la reina había enviado a través de su reino y reinos vecinos varios mensajes de búsqueda, ofreciendo recompensas por cualquier tipo de información sobre su hijo, eso no los habia llevado a nada. Por supuesto, Mirio estaba a cargo de la búsqueda y, si era necesario, rescate del príncipe, por lo que no se quejó cuando la reina le pidió adentrarse en aquellos bosques diciéndole vagamente sobre alguna pista (obtenida de forma sospechosa y poco confiable).
Él no necesitó preguntar nada, simplemente se inclinó y se llevó a los mejores guerreros de Led.
—El caballero Mirio tiene razón— concordó un arquero, Tamaki. —Solo debemos centrarnos en nuestra misión y no cuestionar a la Reina.
La mayoría parecía escéptica pero no discutieron más, Mirio no les estaba prestando atención, sus sentidos le advertían de estar siendo vigilado y eso lo mantenía en alerta. Sus ojos azules permanecían en movimiento mientras mantenía una sonrisa adornando su rostro, no quería alertar a sus compañeros ni a quien los acechaba, pues sentía una mirada pesada y peligrosa sobre todos ellos. Finalmente, el descanso terminó y se dispusieron a partir, él fue el último en subir a su caballo y quedarse un poco más.
—Sé que estás ahí...
Habló cuando estuvo completamente solo, sintió un breve y minúsculo movimiento proveniente de uno de los árboles que lo rodeaban, sonrió con tranquilidad y fijó su vista en la sombra casi imperceptible escondida entre ramas y hojas. Sus ojos se estrellaron con unos rojos, brillaban con salvajismo y lo miraban amenazantes, era claro que atacaría ante cualquier movimiento sospechoso.
—No venimos a hacer daño— aclaró con cuidado. —Solo buscamos a alguien, no habrás visto a alguien inusual por aquí, ¿o sí?
No hubo respuesta. Sonrió moviendo una mano en el aire como despedida, sabía que no obtendría una respuesta pero no había perdido nada con intentarlo, su caballo comenzó a galopar hacia el grupo que lo esperaba con impaciencia a varios metros. Les sonrió dándoles ordenes de ir hacia las praderas que se veían a la lejanía, miró una última vez sobre su hombro encontrando nuevamente aquellos ojos rojos viéndolo finalmente, volvió la vista al frente y lideró al grupo.
Presentía que esa no sería la última vez que se verían.
¿Debo decirle? Pero...
Desde que había perdido de vista al extraño grupo en el horizonte, no se había movido. Estaba sentado en la gruesa rama que lo había estado sosteniendo, miraba el camino recorrido por esos extraños, luego miraba al suelo donde habían estado descansado y finalmente miraba a la montaña donde Shouto estaría despertando. No sabía que hacer, decirle lo que había descubierto o guardarlo para él pero eso no sería justo.
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демон [Todobaku]
Romance¿Existe la magia? Los más jóvenes, tanto de reinos civilizados y tribus salvajes, desconocen la respuesta a esta simple pregunta. Aunque hay una que pueden responder de forma afirmativa e inmediata, sin ninguna duda o vacilación posible: "¿Existen...