Belyy miraba el árbol desde su lugar (amarrado junto a los otros caballos) pero estaba más calmado, relinchando con pesar, suplicandole a su amo que bajará con él. Lo extrañaba. Era un animal tan leal, amoroso y sincero que llegó a ablandar el corazón de los dos chicos que permanecían aún escondidos. Shouto sentía una familiaridad extraña hacia el equino, como una especie de querencia que su cuerpo recordaba pero su mente no, él no lo conocía. Katsuki había notado el leve cambio en su expresión, algo similar a la añoranza.
—Si quieres ir con ellos, no te detendré.
Murmuró intentando no dejar evidencia alguna de la pena que le causó pronunciar aquellas palabras, su vista permanecía en el caballo que no parecía querer desistir, evitando completamente los ojos heterocromaticos que lo hacían sentir expuesto. Shouto mordió su labio inferior pero no dudo, tomó el mentón de Katsuki y lo guió para verse a los ojos, había sinceridad y seguridad en cada una de sus palabras.
—No me iré. Sin importar qué, me quedaré a tu lado.
Los ojos rubíes brillaron y no se debía únicamente a la luna que reflejaban, era un brillo especial, un brillo dedicado únicamente a él. Se acercaron lentamente, sus narices se rozaron y sus respiraciones se mezclaron, solo bastaba un mínimo movimiento para unir sus labios pero algo los interrumpió. Una voz proveniente de abajo, una voz que Katsuki había comenzado a odiar, Shouto fue el primero en separarse un poco y mirar pero sin dejarse a la vista.
—Eres tú de nuevo, ¿cierto?
Katsuki chasqueó la lengua y se asomó, importandole poco que Mirio viera su rostro, ya los había descubierto y no dudaba que pudieran intentar atacarlos. Aunque no le permitió a Shouto mostrarse, no se arriesgaría a que lo vieran y lo reconocieran, no estaban seguros de nada. Los ojos azules del caballero brillaron con curiosidad al verlo, nunca había podido conocer a algún miembro de Dikoye Plemya, estaba emocionado.
—Debes pertenecer a...
—¿Qué quieres aquí?
Gruñó, su voz baja y amenazante, sus ojos brillando con un rojo furioso y peligroso. Mirio no retrocedió ni mostró sorpresa alguna, su sonrisa parecía permanente, simplemente se sentó frente al árbol en el suelo y dejó su espada a un lado. Estaba enviándole un claro mensaje. Katsuki miró brevemente a Shouto quien se encogió de hombros sin saber que responder, luego miró nuevamente al caballero, no confiaba en él. No se movió, su cuerpo cubría al contrario, eso pareció desilusionar al caballero.
—Solo estamos aquí para buscar al príncipe Shouto, pero no sé porque siento que está más cerca de lo que creemos.
Ambos se tensaron ante esa afirmación ¿Ya los había descubierto? Katsuki se mordió el labio inferior y se llevó una mano al cinturón donde colgaba su puñal, no permitiría que le arrebataran al bicolor, se soltó del agarre contrario y saltó del árbol en un movimiento rápido. Mirio apenas consiguió tomar su espada para bloquearlo (sin tener tiempo para sacarla de la vaina), quedando acostado en el suelo con el otro rubio encima, sus ojos lucían más amenazantes de cerca. Los demás no tardaron en notar lo que sucedía, despertando de sus siestas.
—¡Suéltalo, salvaje!
Ya se encontraba rodeado, flechas y espadas apuntaban contra él pero su pulso no le falló, seguía empujando el puñal contra la vaina que protegía el fragil cuello. Shouto maldijo en voz baja, tal vez Katsuki le había prendido un poco de su mal vocabulario, bajó del árbol con lentitud y cuidado, no era tan ágil ni temerario como el rubio. Se aclaró la garganta llamando la atención, la mirada de todos cayó sobre su cuerpo, vio reconocimiento en sus ojos. Eso no era buena señal.
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демон [Todobaku]
Lãng mạn¿Existe la magia? Los más jóvenes, tanto de reinos civilizados y tribus salvajes, desconocen la respuesta a esta simple pregunta. Aunque hay una que pueden responder de forma afirmativa e inmediata, sin ninguna duda o vacilación posible: "¿Existen...