Capítulo II

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💛✨🧡

Me acomode en el asiento del avion, nunca había viajado en primera clase y no por falta de dinero, mi padre siempre tuvo prejuicios sobre gastar en tonterías, cuando tuve la edad para hacerlo no tenía a dónde ir y solo nunca me ha gustado viajar.

Este viaje lo disfrutaría al maximo, una lástima que la compañía dejara mucho que desear, mire de reojo al director mientras estaba distraído leyendo.

Por varios minutos no dije nada, hasta que se me hizo imposible no hablar.

— ¿De verdad necesitaba un ayudante o solo lo hizo para darme una lección? – dejo lo que estaba leyendo.

Lo serró y me miró.

— No te parece que llevarte de viaje con los gastos pagados no es precisamente una lección... – lo pensé mejor, movía la cabeza reconociéndolo.

— Puede ser, la falta de sueño me hace divagar en fantasía...

— ¿Quieres una consulta?

— Lo dice en serio...

— Estoy hablando muy en serio– respondió arrogante.

— Creo que soy capaz de hacer una autoevaluación de mi mismo.

— Si crees eso, tenemos serios problemas...

— Voy a dormir, si me disculpa. – cerré mis ojos, ignorando su presencia.

— Es un poco decepcionante ver como eres bueno para responder y una vez que te sientes superado por la situación huyas. No imaginé que fueras un cobarde – no es ni el primero ni el último es decirlo, hable sin abrir mis ojos.

— Lamento no llenar sus expectativas directo. Espero que eso no cuente cómo evaluación...

— Lo estoy considerando. – abrí los ojos para verlo. Esta sonriendo con los ojos cerrados.

Satanás no era feo cuando sonreía, podía decirse que parecía un ser humano muy decente.

— ¿No ibas a dormir?, deja de observar mi cara, me vas a gastar – cerré de golpe mis ojos volviendo acomodar mi cuerpo en el asiento.

¡Dormir! Si.

Tenía que dormir y dejar de pensar en idioteces.

No sé cuánto tiempo pase dormido, pero algo olía rico, mi nariz percibía a café, no quería abrir los ojos ni mover un músculo.

— Extiende tu mano y el café será tuyo – no lo pensé dos veces, hice lo que dijo.

El líquido caliente paso por mi garganta deliciosamente, abrí los ojos despues del tercer sorbo.

Seguía en el avión con una taza de café en las manos, unos braunis frente a mí y con mi cabeza pegada a el hombro del director.

— Ya que has despertado puedes quitar tu cabeza, es muy pesada

— Debió empujar mi cabeza antes...

— Lo hice y te colgaste a mí cuello.

— Pues... pudo despertarme – contesté molesto.

— También lo intente y fue peor, casi me besas, fue inútil.

— Director, ¿en serio?, no estoy para bromas...

— ¿Le preguntamos a la azafata?

— ¿Me deja terminar mi café? – ya me sentía lo suficiente idiota, para que él lo hiciera más evidente frente a una bella chica.

Mi Querido SatanásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora