༺𝕌𝕟𝕠༻

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Las calles estaban repletas de personas andando de un lado hacía el otro, hacia que nadie se diera cuenta de su presencia.

Tan pequeña e indefensa que podrían pisarla o aventarla, y nunca se darían cuenta de que estuvo ahí.

¿Cómo es que una niña de tan solo 6 años podía estar ahí sola? Sin tener a alguno de sus padres sujetando de su mano, ah claro, los muy cabrones la habían dejado en una posada por ser una carga para ellos. A veces la vida podría ser tan cruel con las personas incorrectas.

No podía evitar andar de un lado a otro, su curiosidad era por nacimiento y su libertad por perdida. Esas calles eran testigos de sus momentos felices, jugando con un niño de bonito cabello negro que le gustaba atar con un listón rojo, encontrado en alguna parte del pueblo.

Pero ahora, no sabía dónde estaba ese niño. Si no mal recordaba él se llamaba Xuan o Xian, algo así.

En fin, tal vez estaría jugando en otro lado... O con otras personas.

Pero, quien imaginaria que mientras estaba buscando entre las carretas de sobras, veía a un señor alto de ropas violetas y moradas cargando a su compañero de juegos.

Miro de forma confusa, preguntándose quién era ese señor que estaba por irse con el pelinegro en brazos, que le sorprendía que estuviera tan tranquilo durmiendo sobre él.

Asustada, tomó un palo que encontró junto a una carreta para defenderse y defender a su amigo pues imaginaba que las intenciones del hombre alto eran secuestrarlo. Fue corriendo hasta él para darle un buen golpe, su sorpresa fue cuando el golpe fue detenido, la misma mano de aquel hombre de mirada calmada y sonrisa agradable sostenía el otro extremo su arma improvisada.

—Pequeña, ¿Qué intentabas hacer?.—

Preguntó, su tono tranquilo hacía dudar a la niña de cabello castaño.

—Usted quiere llevarse a A-xian, no puedo dejar que lo haga... me quedaré sola.—

Comentó, su semblante cambió a uno de tristeza y poco a poco fue haciendo el agarre que sostenía el palo más suave. El señor Jiang dejó este a un lado mientras se arrodillaba a la altura de la menor para seguir hablando.

—¿Quedarte sola? ¿Tus padres no se encuentran contigo?.—

Negando suavemente, la pelinegra contesto.

—Mis padres me dejaron en una posada hace 2 años... Creo. De ahí, comencé a vivir solita y a jugar con los niños en la calle.—

Aquello último salió de sus labios con una pequeña sonrisa, a pesar de que esos niños si tuvieran padres era muy divertido estar con ellos. Lo malo, es que esas personas tan altas siempre la miraban con desdén o llegaban a correrla de diferentes lugares cuando se acercaba a pedirles para comer.

—Pero no puede irse con A-Xian, él es mi compañero de juego desde hace mucho. Además, es como mi hermanito.—

Dijo precipitadamente, acercándose hasta abrazar al contrario y queriendo tomarlo en sus manos para llevárselo.

Mientras tanto, la cabeza del señor Jiang formulaba diversos pretextos para llevar a ambos pequeños hasta el muelle del loto... Claro, sin que su señora resultara molesta. Al final ninguno de ellos terminaba con un resultado positivo a sus ojos, pero no tenía nada que perder.

—Escucha pequeña, te llevaré junto con A-Xian si es que también lo deseas.—

La niña miró con confusión a la persona más alta.

꧁༻𝓒𝓾𝓪𝓷𝓭𝓸 𝓵𝓸𝓼 𝓵𝓸𝓽𝓸𝓼 𝓯𝓵𝓸𝓻𝓮𝓬𝓲𝓪𝓷༺꧂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora