Capítulo único

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Mirar el cielo estrellado era su pasatiempo favorito, especialmente cuando se sentía mal. A sus ocho años vivió un episodio triste que lo dejó mal; la muerte de su amada mascota. Le rompió su corazón al enterarse sobre la muerte de su perro, fue una de las peores cosas que le pudo haber sucedido a esa edad, pues ese animal había sido su mejor amigo. Esa misma noche subió hasta el tejado de su casa para estar solo, necesitaba soledad en un momento como ese. Desde esa primera vez, en que subió a su techo para apreciar las múltiples estrellas que decoraban el amplio cielo, logró calmarse al mirar las diferentes constelaciones que se formaban. Su mente lograba distraerse y olvidarse de cualquier clase de pena que pudo haber sentido antes.

Siendo un adolescente, aprendió que la vida era bastante dura cuando su abuelo, Ryohei Higashikata, murió de un paro cardiaco mientras trabajaba en un caso. Esa tragedia lo destrozó completamente, nunca le dijo a nadie cuanto extrañaba a su abuelo por mera vergüenza. No quería que sintieran pena por él o que viesen su lado débil, eso lo iba a lastimar aún más.

No iba a poder abrirse con sus amigos y decirles lo mal que se sentía, ya que ellos no iban a poder comprenderlo. Ryohei fue como un padre para Josuke, ya que él lo crío junto a su madre. Joseph Joestar jamás iba a llenar ese vacío que el señor Higashikata le había dejado, le tenía aprecio a su padre pero la relación que tenían no era tan cercana como la que tuvo con su amado abuelo.

A los dieciocho años se había vuelto alguien responsable con una única meta; proteger a los ciudadanos de Morioh. Se había propuesto cumplir el sueño de su abuelo aunque eso significara perder la vida en el progreso. Dos años han pasado desde que se propuso hacer eso, sin embargo, en el camino perdió la motivación de proteger a los ciudadanos. No sabía el porqué de eso, no tenía nada claro a esas alturas de su vida.

-Maldita sea -susurró mientras bebía una coca cola, deseaba distraerse mirando las estrellas y no pensar en su trabajo aunque sea por un minuto. Ya estaba cansado de pensar en todo el mal que aparecía en Morioh, le llegaba a sorprender ese hecho.

Hace poco tiempo su madre le había dado una nueva noticia que lo había dejado fatal; tenía un nuevo novio. De cierto modo, se alegraba por ella, ya que eso significaba que había olvidado por completo a su padre. No obstante, se sentía algo celoso de aquel sujeto que la había cautivado. Siempre habían sido él y su madre contra el mundo, ahora él tendría que hacer su propia vida y no entrometerse en esa relación. No pudo evitar dudar de las intenciones de aquel hombre, sabía que era una locura sospechar de una persona que ni siquiera conocía, sin embargo, sospechaba de todas formas de esa persona.

Sin querer, una palabra apareció en su mente; el amor. Recordó la primera vez que amó a alguien, eso fue hace dos años atrás. Su primer amor fue una persona que en un principio no le agradó por su manera de actuar, pero a medida de que se fueron conociendo y pasando más tiempo juntos le cautivó su manera de ver la vida. Rohan Kishibe fue su primer y único amor hasta la fecha.

A sus veinte años se arrepentía de no haberse declarado antes ante ese sujeto, aunque sabía que le esperaba un cruel rechazo por parte del mangaka.

Volvió a darle otro sorbo a su bebida, era lo único que endulzaba su vida en esos momentos.

Un ruido interrumpió el agradable momento que estaba teniendo, miró hacia la calle para ver de qué o quién se trataba. Al ver hacia la vereda vio a una persona que conocía bien, notó que, en un ataque de ira, lanzó lejos una caja que antes tenía entre sus manos. Higashikata alzó una de sus cejas, nunca antes había visto a Kishibe de esa forma, ni siquiera en uno de sus peores momentos.

Sin pensarlo apretó su lata vacía para, acto seguido, lanzarla en dirección hacia donde estaba el joven mangaka. Al sentir el golpe en su cabeza, Rohan cayó al suelo de rodillas maldiciendo a todo el mundo. Pensó que el mundo estaba torturándolo por haber rechazado cruelmente la oferta que su manager le había ofrecido minutos antes; cambiar la temática de su manga a una más atrayente. Jamás iba hacer algo como eso, ni siquiera aunque le pagaran un dineral. Rohan Kishibe no se iba a vender a un público, no iba a sexualizar a sus personajes femeninos para atraer a una audiencia que no quería.

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