1. Pardos y Azules

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Apenas si puedo sostener la vista a mi reflejo, me duele verme

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Apenas si puedo sostener la vista a mi reflejo, me duele verme. Aquellos ojos negros se encuentran vestidos de leves bolsas de piel debajo de ellos, mis pestañas oscuras, el cabello rizado y desordenado que me cae sucio por la frente y aquella barba que a empezado a aparecer cubriéndome la cara me devuelven la mirada apática y apagada de esta mañana. Cada vez que me veo al despertar me encuentro con el rostro de mi padre reflejado en el espejo. No reconozco el mío de manera inmediata y es doloroso recordar que el ya no está físicamente y todo por mis errores de joven inexperto en la vida.

Mi madre tenía razón al decir lo que me parecía a mi él. Al pensar en ella recuerdo que la dejé viuda sin el amor de su vida ¿por qué no heredé la sensatez de mi padre en vez de su físico?

Bajo la vista a los objetos alrededor de aquella mesa rústica de madera. Se encuentra una vasija de agua y algunos utensilios que me ha entregado David para el aseo personal: una toalla, navajas afiladas y una peineta. Decido olvidar, nuevamente, la existencia de aquellos objetos y hundo mis manos en el agua para buscar despertar con su frio tacto. La toalla acaricia mi rostro vespertino con sus fibras de algodón antes de volver a revisar aquel reflejo en el cual no me encuentro.

Mis oídos escuchan el ruido de las sábanas y aquel bulto que comienza a despejarse por la ventana abierta que dejé al levantarme.

El cuerpo tostado y pecoso de una mujer aparece debajo de mi frazada de lana, puedo observar su silueta de grandes pechos y muslos marcados, estómago duro y labios finos, pero lo que más me llama la atención y me deja hipnotizado es aquella mata de pelo negro y salvaje, sus rulos bailan en el aire cuando se levanta y me quedo observando como se mueven en un órbita imaginaria.

¡Oh esos rizos!

Su rostro me mira medio soñoliento, me sonríe con una mirada achinada y de ojos pardos rompiendo el embrujo causado por el cabello rizado.

— Buenos días — me saluda con una voz poco animada por el sueño.

No le respondo y sigo limpiando mi cuerpo, está vez por la zona baja de mi cuello donde extrañamente me duele. Me observo con cuidado y encuentro una marca horrible de tonos violáceos a su alrededor que destaca sobre mi piel oscura.

— ¡Ronda! ¿qué me hiciste? — le hablo a la mujer mientras observo con más cuidado la marca hecha.

La mencionada solo ríe antes de levantarse y vestir una blusa mía que estaba tirada en el suelo para cubrir su desnudez.

— Ay, Velkito — me dice moviéndose hacia mi— solo un jugueteo causado por el momento, ya desaparecerá.

Se acerca donde estoy y le permito lavarse con el agua de la vasija.

— Mmmm, debo decir que anoche estuvo delicioso, adoro ese lado animal que tienes— comenta la mujer dándome un seductor abrazo— Si que sabes generar pasión en una mujer.

La Búsqueda de VelkanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora