— Aquí tiene Señor Kozlov. — Su asistente personal le llevaba su delicioso Té de menta con jengibre y dulce de la tarde, justo cuando una reunión con los desafortunados inmortales que eran su socios terminaba.
Estos observaban sin descaro alguno a la pequeña humana, era hermosa, pero su rostro serio denotaba cierta molestia que aunque lo ocultará muy bien, los vampiros en la sala alcanzaban a distinguir a través del latir de su corazón.
— Gracias Señorita Heinz. — Tomó un sorbo de su Té, había encontrado cierto parecido con la sangre de su asistente, aunque nada en el mundo se le comparara, eso era lo más parecido, tan picante y místicamente atractivo. — ¿Tengo algo más para esta tarde? —
— Revisar el presupuesto de inversión para el nuevo edificio en Jahí, la ciudad de Oriente. Hablar con el CEO de Emanor Industries sobre la renovación del contrato a vencerse el próximo mes, incluso dijo que... — Con una mano levantada de Kozlov su asistente dejó de hablar.
— Haré la revisión del presupuesto, y si tenía una cita para la conferencia con el CEO, pásala para mañana. — Pidió y luego estaba a punto de hacerle una petición a su asistente, pero en cambio su ceño se frunció al ver como sus socios inmortales no dejaban de ver a su humana.
— Creí que la reunión había terminado hace un momento. — Fingió ver su reloj caro en su muñeca izquierda. — Fuera. — Pidió con advertencia en su voz, sobresaltándolos, su rostro parecía tan tranquilo como de costumbre.
Uno de sus socios, tanto o incluso más enorme que Kozlov con el cabello rubio no pudo evitar distraerse en las suaves curvas de su asistente, sonrió, le dio curiosidad no verla temblando.
La mayoría de humanas que habían trabajado con Kozlov temblaban, y siempre terminaban en lo mismo, muertas y como simples cadáveres sin sangre. Kozlov nunca fue paciente, y las humanas siempre eran tan ingenuas creyendo que al ser un poco diferente a los demás inmortales Kozlov no las mataría. Grave error.
— Me presento señorita Heinz. — Saludó el rubio con ojos casi como rubíes. — Ha sido un placer tener su presencia por aquí en el último mes. Mi nombre es Wade. Me preguntaba si... —
— ¿Qué haces? — Lo paró en su plática Kozlov, con una de aquellas miradas frías en las que no esperabas más que una orden mordaz, o una reprimenda porque habías hecho mal.
— Creí que la señorita Heinz tenía la libertad de salir como las otras humanas. —
— Ella no Wade. Puedes "invitar a salir" a cualquiera, pero a ella no. — La mirada de Kozlov lo decía todo, y algo le advertía al rubio gigante que su socio no iba a darle la posibilidad de negociar.
— Puedo prestarte a mis pelirrojas que valen más que una humana si lo deseas. — La mirada de asco que tenía Monique al socio de su jefe era oro puro.
Le hubiera escupido en la cara por hablar de las mujeres como si fueran cosas en pleno siglo XXI si no fuera porque no sabía cuales eran las consecuencias para su jefe.
— ¿Monique? —
— ¿Si señor? —
— ¿Te gustaría salir con el señor Hollman un rato? ¿Lo encuentras agradable? —
— Sería preferible volver a mi antigua vida señor. — Negó Monique sin quitar aquella mirada llena de asco hacía el socio de su jefe, y aquello hizo reír a Wade, aquello era realmente excitante.
Siempre veía miedo en los ojos de las humanas que sabían de su naturaleza, más aquella mirada llena de asco y retadora en los ojos de su asistente eran un encanto puro, como si el instinto de un cazador se activará en su interior.
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Más Dulce que la Muerte.
VampireMonique está pérdida, no encuentra salida alguna más que un horrible intento de suicidio, decide acabar con su vida para no tener que seguir soportando sus problemas como siempre. Un intento de familia que escapó dejándola con tantas deudas que su s...