ERES MI FRUTA FAVORITA.

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ÚNICO

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El cielo, teñido con pinceladas celestes, permite que el sol se alce tímidamente sobre la ciudad que duerme.

El suave rocío del alba inunda el lugar y la luz natural se adentra por las traslúcidas cortinas, suaves rayos de calidez que brindan una aura idílica a la habitación. Dos respiraciones acompasadas se funden en armonía, mientras unos leves ronquidos llegan a los oídos del menor.

Jeongguk, quien se encuentra despierto, disfruta de la paz que solo estas horas tan tempranas pueden brindarle. Una de sus manos se estira intentando alcanzar los suaves rayos de luz, y aunque falla en el intento, su piel acanelada y la manera en la que el anaranjado se escurre entre sus dedos como un pequeño riachuelo, hace que sonría, suaves líneas de expresión acentuándose en las esquinas de sus ojos.

Él, cautivado por la cortina de delgadas y azabaches pestañas que acarician las suaves mejillas, brinda de caricias el rostro de su novio. Su fina y redondeada nariz, sus pequeños ojos, los tímidos lunares esparcidos con cuidado sobre su piel, el espacio que hay entre las líneas de sus labios invitándole a probar el más dulce almíbar, las ojeras que manchan de un leve color violáceo el níveo lienzo, pero que se ve opacado por el suave carmesí de sus mejillas y belfos.

Su mano acaricia con parsimonia la esbelta espalda, piel tan suave como el albaricoque, pecas de sandía regadas por la pálida extensión que parece brillar bajo el baño cálido del sol, el cual se asoma cada vez más por la ventana. El cielo parece celoso, pues su ángel más hermoso se encuentra desparramando entre simples sábanas blancas y almohadas, con su piel llena de suaves marcas hechas por los labios de un mortal. No pasa mucho tiempo cuando aquella pura piel se ve impregnada de delicadas pinceladas; colores fundiéndose en el lienzo improvisado, el olor acrílico mezclándose entre las suaves fragancias a naranja y durazno que desprenden las sábanas.

Sentado sobre su espalda, Jeongguk puede ver desde allí cómo el imperturbable y apasible rostro de Yoongi se ve interrumpido por un ceño fruncido que se va acentuando a medida que se vuelve más consciente del peso ajeno, y del contraste entre la fría pintura y su tíbia piel. El menor sonríe enternecido, y aprovecha ese momento para llenar de besos el -levemente hinchado por el sueño- rostro.

«¿Te he despertado ya?» pregunta en un susurro. Yoongi niega lentamente y Jeongguk ríe ante ello. Él simplemente se toma el tiempo de dejar dulces besos sobre los desnudos hombros, sin importarle que la pintura se esté secando y que no haya terminado aún, solo se toma el tiempo de disfrutar el leve olor masculino que inunda sus fosas nasales.

Yoongi no se voltea temiendo arruinar la pintura, tan solo se deja ser, y disfrutar de cada leve estremecimiento que le causan las suaves mordidas que le proporciona el muchacho: «¿Qué pintas?», su voz algo ronca por el reciente sueño es como una melodía a los oídos de Jeongguk.

Él calla unos segundos y luego, observando los suaves trazos que conforman un pequeño albaricoque, sonríe infantilmente; «Hyung, solo es mi fruta favorita sobre mi persona favorita. Nada del otro mundo», murmura bajándose de la espalda del muchacho y acostándose a su lado.

Su jovial rostro denota sorpresa cuando los dedos de su mayor alcanzan su rostro y manchan la punta de su nariz con un suave color rosa. Ambos ríen ante lo infantil que resultó, y las pupilas de Jeongguk se ven cautivadas una vez por la belleza del más pálido.

Aquí, justo este momento desearía inmortalizarlo; sus pequeños ojos brillando, el oscuro de sus irises siguiendo cada pequeña acción, la leve marca de las sábanas contra el costado de su rostro, el sonrojo natural de sus mejillas, su encía mostrándose en la amplia sonrisa, su piel brillando por el sol que los saluda desde la ventana. Simplemente verlo así, tan vulnerable y etéreo a horas tempranas del día, hace que Jeongguk caiga por él un poquitito más. Porque a nadie más se muestra de esa manera. Yoongi le deja entrar a su corazón; le enseña las facetas del arte de estar enamorado, y Jeongguk, sin poder evitar ser seducido por el ángel que descansa entre las sábanas de su cama, le entrega su corazón y alma.

Y ambos son y serán, hasta que el ocaso desaparezca, y se esfume para siempre el rocío del alba.


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just a soft yoonkook drabble.

palabras: 741. publicación: 21/04/18.~softiekth~🌃

piel de albaricoque ; yoonkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora