—Respira, inhala y exhala. Con calma —decía Amy mientras sostenía la mano de Serena.
Pero, Serena sentía que moriría. Cada contracción era más intensa que la anterior, era como si se le fueran a salir las entrañas en cualquier momento (aunque parte de eso era cierto). Por más que intentaba guardar la compostura, no podía evitar gritar, eso era lo único que la ayudaba a sobrellevar todo ese cúmulo de sensaciones que tenía.
No era precisamente dolor, pero era muy intenso y otra vez, ahí venía, se asió de la mano de Amy con fuerza, apretó los dientes y gritó. Pronto, pronto lo tendría entre sus brazos.
—Ya falta poco alteza, lo hace muy bien —la alentó Taiki.
A espaldas del joven sanador, estaba Berjerite que le ayudaba cuanto podía y también estaba ella… la reina Esmeralda.
—Contrólate niña, que las reinas no gritan —agregó con desdén la reina de cabellos verdes.
Serena levantó la mirada, desafíate y feroz y gritó tan fuerte como pudo. Le hubiera encantado decirle que se largue, pero no tenía intenciones de desperdiciar su energía en alguien que no valía la pena.
—Muy bien majestad, solo un poco mas, solo puje una vez más.
Serena obedeció y entonces lo sintió, fue como un tapón que salía cediendo a la intensa presión. Y lo escuchó claro y fuerte: el llanto de su bebé. Al instante sintió como se le anegaban los ojos en lágrimas, Amy que estaba a su lado lloraba también.
Taiki y Berjerite rápidamente limpiaron al recién nacido y se aseguraron de que estuviera bien. Al cabo de unos minutos, que a Serena le parecieron una eternidad, Taiki anunció:
—Es un varón majestad y está en perfecto estado de salud.
Berjerite se acercó a la joven reina, con un pequeño bultito en brazos envuelto en una manta.
Serena aún con los ojos escocidos en lágrimas lo recibió con delicadeza, era él, era su hijo.
Solo bastó con tenerlo en sus brazos, para saber que lo amaba y lo amaría incondicionalmente y que daría la vida una y mil veces por él, sin importar que su progenitor sea el hombre más ruin que jamás hubiera conocido.
Una parte de ella se maravilló, ¿como era posible que aquel niño tan hermoso haya salido de su interior? Que lo cargó en su vientre por nueve meses. Suspiró hondo y empezó a acariciar las mejillas del bebé, le tomó una de sus manitas con su dedo índice y el pequeño se asió con fuerza al dedo de su madre.
—Oh, mi dulce niño. Mamá siempre estará contigo —articuló con dificultad. La emoción y las lágrimas no le permitían hablar, entonces supo que las lágrimas de felicidad eran reales y que eran hermosas.
Serena y su neófito se observaron por largo tiempo, la pequeña luna negra en la frente del pequeño, pronto la aterrizó en la atronadora realidad de que él sería el próximo monarca de Black Moon, pero contrariamente, sus cabellitos azabache le recordaron a su padre (que había fallecido hace mucho tiempo) y sus ojos celestes como los de ella, la transportaron a su hogar.
—Oh, Serena. Es hermoso —gimoteó Amy a su lado—, ¿cómo lo nombrarás?
—Kenji, como mi padre —declaró la rubia conmovida.
Pero entonces, sintió como le quitaban al niño de los brazos. Era Diamante, que se veía complacido. Ni Amy ni Serena se dieron cuenta en que momento llegó, pero ahí estaba, con el bebé entre sus brazos. El monarca platinado sonrió y a Serena la pareció que esa fue la primera sonrisa verdadera que esbozó su esposo.
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La Reina infiel
FanfictionPara Serena no existía ilusión más grande que su boda . Su matrimonio con el príncipe Diamante, traía la promesa de paz para los reinos del "Milenio de Plata" y "Black Moon" sin embargo, su querido esposo no resultó en nada como lo imaginó. ¿Qué hac...