Tazas de café para olvidarte

FUNERAL

Ahí estabas tu, pálido e inerte. Ni siquiera tenías esa sonrisa tan característica en tu rostro, solo descansabas en un féretro negro y frío. Portabas un traje negro, similar al de nuestra boda. Tu cabello, café cenizo, estaba bien peinado; me imagino que especificaste eso antes de morir.

Toda tu familia estaba en la sala. Tu madre era la que más demostraba su dolor, a pesar de que contigo siempre se mantuvo neutral al demostrar sus emociones. Tu padre, por otro lado, solo abrazaba a su esposa y mantenía una postura firme, no demostraba nada. Recuerdo que también estaba Antonio, tu mejor amigo. No hacía nada más que sostener un vaso con té de la cafetería y recargarse en la esquina de la entrada, mirando a su al rededor con esa mirada tan relajada que siempre tenía. Había venido desde Chicago solo para verte en esa caja.

Nuestra hija jugaba con sus primos en la jardinera que estaba a unos metros de donde todos estábamos. No le quedó muy claro que habías muerto, después de todo hace un año que no la visitabas. Siempre que la llamabas le ponías excusas, pero no te preocupes, ella nunca pensó que no querías verla. Antes de venir, me explicó que no debía de estar triste. "Ahora podrá hacer todo lo que siempre quiso sin dañar a los demás". No pude evitar sentirme mal camino a tu funeral, pero intenté no demostrarlo. Al final de cuentas no me sentía mal por ti o por mi, si no por ella.