SI TE VAS

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Nunca me había sentido tan inútil como aquella vez que vi como su corazón perdía cada vez más fuerza y no pude hacer nada.
Cuando dejó de latir comprendí que no sólo se había roto un corazón.

DICIEMBRE

31

- Jack se siente mal - escuché la voz de mi hermana resonar por toda la habitación.

- Debe ser por algo que comió, ya sabes como es, todo lo que encuentra se lo come - solté sin poner verdaderamente atención.

- Mamá dice que le des un poco de jarabe infantil, quizás eso le ayude.

Jack era un necio cuando de acatar órdenes de trataba, un perro bastante listo para su edad, sin embargo sólo hacía lo que le convenía.

Fue un lío meterlo a la sala para darle aquel medicamento y el lío creció aún más cuando intentamos que se lo tomara.

Ojalá nunca lo hubiera obligado a tomárselo, ojalá nunca hubiera ignorado sus ojos tristes y ojalá nunca me hubiera tocado despedirme de él.

ENERO

01

Regresamos del día de campo que habíamos organizado para celebrar la llegada de un nuevo año, la oportunidad de comenzar de nuevo, de hacer las cosas bien y todas esas cosas que al termino del año nos damos cuenta que no cumplimos, sin embargo nunca dejamos de intentarlo por si alguna vez lo cumplimos.

- ¡Ya llegamos! - grite con euforia y corrí a abrazar a aquellos dos seres que llenaban de luz mi vida. - Los extrañé - solté abrazandolos por el cuello. Aún me sentía débil, pues los días pasados había estado enferma, vaya forma de empezar el año.

Tomé con delicadeza la cabeza del pequeño Jack y parecía que no mejoraba.

- ¿Aún te sientes mal? - lo miré con atención, su carita reflejaba más cansancio que el día anterior.

- Quizás mañana se sienta mejor - escuché la voz de mamá detrás de mi.

- Tienes razón mamá, ¿Crees que quiera comer?

- Debería de comer, tal vez eso le ayude a sentirse mejor.

- Balú - llamé a mi otro pequeño que ya no era tan pequeño pues dentro de unos días más cumpliría dos años. - cuida a Jacky un momento, voy por su comida. - jugué un poco con él y bajé por su comida.

Balú había llegado a nuestras vidas apenas hace un año y 8 meses, él había llegado en el momento indicado, cuando todo estaba roto en mi familia, cuando mi corazón se encontraba demasiado mal y mi mente lo suficientemente confundida.

Balú llegó a pegar aquellas piezas que él no había roto. Desde entonces nos ha dado amor y compañía incondicional.

Cuando llegó a casa, el primer reto fue encontrar un nombre que combinara con su personalidad, el segundo reto buscar un lugar donde pudiera dormir y el último y el más difícil, educarlo.

Con el paso de los meses, Balú parecía no entender lo que le decíamos, incluso llegamos a pensar que era mudo, pues no emitía sonido alguno, así que el día que lo escuchamos ladrar por primera supimos que sería el comienzo de una felicidad sin condiciones, una alegría que no encontraríamos en nada, ni en nadie más.

Si Te VasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora