Una carne que no sacia, vacía de caricias y ebria de desolación.
Jaula de mil llaves donde ninguna cierra ni abre.
A dónde corres esta vez, pregunté.
Pupilas dilatadas, ojeras con mil caras. Delineaban la sombra de sobras negras como el rímel esparcido en sus mejillas.
No puedo encontrarme, no puedo encontrarme, me gritaba en agonía.
Creí reconocer tus calles donde más de mil noches y mil y quien sabe cuantos días recorrí con mis pies descalzos y fríos.
Demi plié perfecto.
Y en tus calles me callé.
Tu mirada tibia.
Sabores manzanilla.
Cuánto dura un recuerdo enredado en hilos de pensamientos por segundo en un día atareado.
Cuánto dura, para vos, un recuerdo enredado en hilos de pensamientos en una noche que no acaba.
Yo amanecer enamorada de tu noche.
Me veo y me oigo a penas sin mover un sólo músculo de mis labios.
Labios secos.
Voy a abrazarme porque soy fósil para pedir, no de rodillas, un abrazo que recubra mi anatomía.
Hablemos de mi risa, que contagia vida que me falta cuando me siento perdida.
Quién no se ha ido corriendo de su yó. Quién no se ha buscado en mares de incertidumbre.
Los días pasaban lento, las noches rápidas. Otra vez escribiendo a orillas de la cama.
Ahora, ahora que ya comprendo quién es la otra limpio el vidrio empañado de humedad de suspiros sin tiempo.
Te vi.
Qué es la hermosura más que la esencia florecida de alguien que lucha sacando sus espinas evitando las ajenas.
En este mundo de hiedras.
Te veo entre las gotas, ojos inocentes
pero fuertes.Fuertes.