Juzgado

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    No podía entender cómo era posible que la dejaran libre. No podía entender cómo eran capaces de dejar ir a una maldita asesina. Algo mal debían tener esos jueces y la maldita justicia de este país. El amor de mi vida había muerto por su culpa, todo mi mundo se derrumbaba por su culpa, mientras que ella salía victoriosa a vivir la vida que me había arrebatado. 5 segundos antes del accidente, cantábamos y reíamos en nuestro coche y ahora a causa de esa mujer no volvería a escuchar las risas de mis seres queridos.

Durante el juicio no fue capaz de mirar mi rostro, no fue capaz de darme la cara y decirme por qué, por qué se atrevió a separarme de mi familia, por qué me alejó de mi felicidad.

- ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué la mataste? - Le gritaba con todas las fuerzas de mi corazón - ¡Ella era pura, y buena! ¡Éramos felices! ¡Estábamos formando una familia! - Ante mis reclamos la mujer solo bajó la cabeza y siguió su camino. Era una cobarde, una maldita cobarde a la que no le importó ni siquiera pedir perdón.

Quise matarla, quise hacerla pagar por mi dolor, pero no me lo permitieron, solo la sacaron del juzgado en medio de protecciones y cuidados que no merecía, mientras que yo, me quedé postrada en esos escalones, recordando con lágrimas en los ojos la plenitud que sentía un par de meses atrás.

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- Amor, Valentina no quiere ponerse los zapatos! - Dijo mi esposa mirando con un puchero a nuestra pequeña.

- Vale, tienes que ponerte los zapatos, sino no podrás ir a jugar al parque con tus amiguitos. - La miré fijamente esperando que hiciera caso. Su carita formaba un puchero igual de tierno al de mi esposa.

Vale había sido la decisión más hermosa que Lau y yo habíamos tomado como pareja hace 4 años. Ahora la pequeña tenía 3 y era igual de traviesa que su tía. ¡Cómo me hubiese gustado que la conociera! Valentina, mi hermana había muerto antes de que la pequeña naciera.

- Lau, ¿cuándo tienes la cita con el obstetra? - Le pregunté a mi esposa haciendo que su rostro se ruborizara. Habíamos hecho un trato. Primero yo tenía a Valentina, y luego ella tendría a nuestro segundo bebé.

- Mañana es la cita amor - dijo esbozando una sonrisa - ¿Me acompañaras?, mira que eso de los doctores no se me da, y nunca recuerdo que preguntar o que decir - En ese momento recordé con humor mis citas al obstetra y la mirada de espanto de mi amor tratando de prestar atención a todo lo que decía el doctor. De verdad los doctores la intimidaban y sacaban su lado más frágil.

- Ay gatita, obvio voy a ir a ver a nuestro bebé - le dije dando un beso a su pancita que apenas empezaba a notarse. En ese momento la pequeña Vale se acercó y nos fundimos en un abrazo que solo duró 5 segundos, pero hubiese deseado que durara toda la vida.

Nadie te prepara para las increíbles emociones y el amor tan inmenso que sientes cuando abrazas a tu familia por primera vez... Y ... nadie te prepara para el momento en que veras a tu familia por última vez.

5 segundos.Where stories live. Discover now