¿A quién no le gusta el chocolate?

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Día 1.

Él realmente amaba el chocolate y todo lo que pudiera combinarse con el como las donas de chocolate, las galletas con chispas de chocolate, helado de chocolate, amaba por completo como los trozos de este dulce se derretian en su boca.

Solo había un pequeño problema, desde que había comenzado a salir con Stephen había descubierto que no tenía el mismo gusto por el chocolate, en realidad apenas comía algo dulce y después de mucho insistir.

No entendía porque tenía que ser así y rehusarse tanto a acompañarlo y comer algunos dulces con él. Primero había creído que era tímido por alguna extraña razón pero con el paso del tiempo se dio cuenta de que no era eso, en realidad cuidaba mucho todo lo que comía pero como buen terco Tony decidió que no se daría por vencido.

Con el día de San Valentín tan cerca tenía esperanzas de hacerlo probar aunque fuera un poco. Sus planes desaparecieron cuando de pronto se sentía enfermo y Stephen insistía en que debía reposar. Pasaron el día de los enamorados juntos pero no de la manera que Tony había planeado. Stephen había insistido en cuidarlo él mismo y hací lo estaba haciendo.

  -Es un lindo día, deberías estar afuera disfrutándolo-. Dijo observándo al más alto, sentado a la orilla de la cama.

  -Sí, es un hermoso día pero creó que prefiero cuidar de ti-. Le sonrió y acarició su mejilla, inclinándose y besando su frente. -¿Ya no tienes náuseas?-.

  -No, ¿pero sabes qué se me antoja?-.

  - ¿Chocolate?-. Preguntó alzando una ceja y suspiro cuando Tony asintió. -Tienes suerte, compré algo de chocolate para ti-.

El de ojos heterocromaticos desapareció unos segundos y después volvió con una caja de los chocolates favoritos de su pareja, había sido una locura total conseguirlos ese día pero lo había logrado. Dejó la pequeña caja dorada en su regazo y después se sentó a su lado.

  -Feliz San Valentín-. Susurró acariciando la mejilla del genio con toda la suavidad que le era posible.

Tony le sonrió y dejó un beso en sus labios, un beso sabor chocolate y Stephen soltó una suave risa, volviendo a besarlo, una y otra vez, degustando el dulce en sus labios.

A Strange Love for the Iron Heart Donde viven las historias. Descúbrelo ahora