Síndrome del corazón roto

La otra cara de la moneda

Algo ahora era diferente para Shōto, ya no podía sacarse de la cabeza a Izuku. Le había gustado casi desde que se conocieron, y había terminado de prendarse de él en el festival deportivo. Según él lo había superado, pero al parecer no fue así.

Jamás se lo dijo por dos motivos. El primero era que si su padre se enteraba de que su hijo era gay, lo mataría. El segundo era que estaba seguro de que Izuku no era gay, ni bisexual, o pansexual, ni nada que incluyera a los hombres en su atracción, así que jamás gustaría de él... bueno, al menos estuvo seguro de ello hasta su declaración.

Su mundo sentimental se derrumbó. Ahora tenía novia, ¿qué debía haber hecho, decirle "oh Izuku, también te amo desde hace mucho"?

Se había sentido miserable, enfurecido consigo mismo, como el gran idiota de la academia Yūei. Debería haber salido en el periódico escolar: "Chico recibe declaración de amor del compañero que le gustaba cuando ya había conseguido novia (SALE MAL)".

Es que, ¿¡cómo no lo había notado!? ¡Por meses buscó alguna señal de que a Izuku al menos le gustaran los chicos, y nada! Incluso pensaba que estaba enamorado de Uraraka, vaya que escondía bien sus sentimientos.

Ahora no solo se sentía idiota por eso, sino también porque estaba en una relación con una chica... Momo realmente le gustaba, era una chica muy linda, amable e inteligente con quien podía entablar buenas conversaciones, pero no podía gustarle románticamente. Pensó que, ya que su padre le tenía los ojos encima, tener una relación de pareja con la peli negra era lo más factible.

Al inicio la pasó muy bien, quería mucho a Momo, y sus pequeñas y tiernas atenciones lo hacían sentir aliviado de toda la presión que sentía por su padre. A pesar de no poder amarla como pareja amorosa, la amaba como una amiga, y se sentía capaz de seguir así, fingiendo. No se sentía como fingir, sentía una genuina conexión con ella, y pensó que quizás el amor podría construirse. De todas formas no tenía oportunidad con Izuku... hasta que la tuvo.

Se dio cuenta de que lo que sentía por Izuku era mucho más grande y complejo, pero ya era muy tarde, lo hecho, hecho estaba. Después de eso pensó que podría seguir las cosas como estaban, pero al ver accidentalmente a un Izuku colorado hasta el cabello, tembloroso, a escasos centímetros del ojeroso Shinsou Hitoshi, los celos que brotaron de su corazón le hicieron saber que su plan no iba a funcionar.