Su infancia

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Andrew Trancy. Ese era su nombre, el nombre que sus padres le otorgaron cuando nació. No era que su nombre le desagradara, simplemente no se sentía cómodo cuando le llamaban así debido a que solo lo hacían cuando le iban a regañar.

Cuando recién nació sus padres estaban muy felices, su padre tomaba fotos de todos los momentos por los que pasaba su "pequeño hijo" durante el crecimiento. Su madre le sostenía orgullosamente en sus brazos, parecía que tenía el tesoro más valioso entre estos mismos. Era feliz, cuando entró al preescolar tenía amigos, tenía amigos realmente buenos, Andrew no era como los demás niños que se emocionaban al ver a una niña que consideraban "guapa", Andrew se sentía emoción tanto con niños como con niñas.
Su vida en el preescolar fue agradable, parecía que cuando cruzara a la primaria también sería emocionante y así lo fue, realmente fue emocionante para el, hizo dos amigas y un amigo, se sentía bien con ellos, realmente se sentía bien, hasta que la oscuridad y la malicia de los adultos le alcanzó de un momento a otro.

No tiene un buen recuerdo de cuando y en que momento comenzó a derrumbarse su vida, segundo año de primaria, quizá, pero está completamente seguro de que jamás podría olvidar que fue lo que sucedió.

Un día durante clases un profesor le mandó a llamar, ese profesor era extrañamente estricto con el menor, el jamás entendía porqué.

—Ven aquí. Tengo algo que mostrarte— Le dijo aquel hombre con mirada dura, al mismo tiempo usó un tono un poco frío.

Andrew se vio extrañado a lo que el pequeño castaño preguntó algo tímido:  —¿He hecho algo malo?—. Juagaba nerviosamente con sus dedos y caminaba con sus piernas temblorosas detrás de aquel hombre de tez aperlada.

El profesor solo le dedicó una mirada y sonrió maliciosamente, obviamente Andrew no se dio cuenta de aquella sonrisa llena de maldad, de haberlo hecho.... quizá no haya tenido que pasar por aquello que lo marcaría por y para toda su vida.

El aperlado abrió la puerta de su auto, para ser precisos era la trasera. Andrew algo desconcertado le dedicó una mirada.

—Últimamente tus calificaciones han estado bajando— Encendió uno de sus cigarrillos, el no solía fumar en frente de sus estudiantes pero era una ocasión especial. —¿Qué harían tus padres si reprobaras la material?— Añadió con una sonrisa burlona.

El pequeño no pudo evitar temblar ante el simple pensamiento de reprobar, no podía darse el lujo de eso.
Sus padres jamás le dijeron que estaban orgullosos de él a pesar de que iba muy bien en todas sus materias a pesar de solo ir en segundo año, cuando estudiaba estos mismos le estiraban el cabello, le pegaban, le pellizcaban hasta dejarle un moratón, y muchas cosas más, solo cuando cometía un error. No podía darse el lujo de fallarles en alguna materia.

—Maestro... no quiero reprobar, no quiero que papá y mamá se enojen conmigo—. Sus ojos comenzaron a humedecerse, formando un pequeño charco en el borde del rabillo de sus ojos, que amenazaba con convertirse en pequeñas gotas de agua salada deslizándose por sus mejillas.

—Bueno, hay algo que podemos hacer para que papá y mamá no se enojen contigo— Se quitó su chaqueta que le cubría del poco frío que hacía y se subió las mangas de su camisa de vestir —Pero tienes que ser un buen niño ¿puedes hacer eso?—

Andrew no se lo pensó ni dos veces antes de asentir con su pequeña cabeza, no sabía a lo que se condenaba, no sabía que su vida podía cambiar, y no para bien.

HEY! Hola, ¿cómo se encuentran? Espero que esta pequeña historia les guste, como pueden ver habrán temas muy delicados, es por eso que de preferencia espero que haya un público mayor de edad.

Otra cosa, soy algo distraído así que de antemano pido disculpas por los errores ortográficos, pueden corregirme sin problemas.

I'm sorry.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora