Good Morning, Honey
- Oscar...- con voz cortada de sueño y estirándose sonriendo. Abrió los ojos con esa carita bonita con la que el sol comienza a brillar para que empiece el día. No entiendo cómo es que me importaba un carajo todo, ni mis viejos, ni mis quehaceres, ni nada, y ella a pesar de seguir siendo aún una niña, de igual forma. Me di cuenta que esos ojos hermosos se iban a convertir en un motivo más para olvidarme de todo y perder la cabeza por un rato.
Pasamos toda la mañana echados sobre la arena conversando, riéndonos. Ya teníamos que regresar a la ciudad, pero antes decidimos comer algo, moríamos de hambre. Comimos algo leve. Mientras me dirigía a su casa en su silencio, noté que no dejaba de mirarme, como si quisiera decirme algo o tal vez ella estaba esperando que le dijera: Abi, la pasé hermoso anoche. ¿Quieres estar conmigo? Pero a pesar de que era cierto, la pasé estupendo con ella, me hacía falta algo. Todo el camino fuimos intercambiando alguna u otra palabra con cariño. Al llegar a su casa, antes de bajar, al acercarme a darle un beso, retrocedió.
- ¿Qué paso? - Nada, no te preocupes – me dijo. Me dio un beso casi por cumplir y se bajo, abrió la puerta apresurada y entró. No recibí una llamada suya en todo el día. Le mande algunos mensajes que nunca tuvieron respuesta. Pensé que estaba molesta y no la quise fastidiar mas, estaba cansado y dormí mucho. Al despertar vi unos mensajes.
- No me pasa nada; pero pensé que tendrías algo que decirme antes de bajar de tu auto. Yo sabía eso exactamente pero no se lo iba a decir. Le respondí el mensaje.
- Buenos días Abi, quiero pasar el día contigo. Y es que soy así cuando alguien me gusta por lo general, ya no quiero que se vaya y si es posible pasar todo el tiempo con esa persona. ¡¡Si!!, sé que pierdo la cabeza, pero eso nos pasa a nosotros los cáncer, podemos ser las personas más lindas del planeta y a la misma intensidad, podemos ser hijos de puta, pero nunca a medias a la vez, siempre sinceros.
Llegué a casa, tomé desayuno, tuve que dar explicaciones de porque me había desaparecido con el auto de mi papá y donde había estado, mientras desayunaba; pero creo que ni atención me prestaron, pues andaban ocupados viendo las cosas que tenían que hacer en el día. Fue una pregunta más por cumplir, que por preocupación. Les desee un buen día en el trabajo, mi padre se despidió tan frio como era su carácter y mi madre se acerco a la mesa a darme un beso en la frente. Ten un lindo día hijo, que todo te vaya bien. Mi madre era de esas mujeres luchadoras, cariñosas, a veces muy ocupada; pero siempre se daba un tiempo para darle a sus hijos; siendo una madre muy condescendiente, permisiva, quiso darle todo a sus hijos y descuido algunos aspectos importantes en mi vida. Ese día me quedaría todo el día en casa, tenía que avanzar con algunos trabajos, exposiciones y leer algunos capítulos de mis libros.
Amaba de sobre manera el lomo saltado que mi madre hace siempre me engreía con la comida que yo quería, ese día le pedí que me preparase ese plato exquisito y lo hizo. Me encerré en mi cuarto mientras estaba la comida, cogí la laptop y no hice más que entretenerme viendo alguna u otra cosa en la red que me causaba gracia. Me quede dormido, cerca de la hora de almuerzo subió mi hermano diciendo que había una chica buscándome. Bajé. Era Abigail.
- Abi! ¿Qué haces aquí? ¿Como llegaste?
- Como no me respondías los mensajes le pregunte a Leandro por tu casa.
- Ah xuxa, pasa, pasa. Sube. Este es mi cuarto, entra, ahora vuelvo. Fui a comprar jugos, galletas, piqueos, al regresar la vi sentada con timidez en un lado de mi cama.
- ¿Qué pasa? - Es tu cuarto?
- Necesitamos conversar. Era lo último que quería escuchar. Lo último. La escuche atentamente. Le explique que tener una relación no era más que una absurda etiqueta que pone la gente insegura. Que yo me sentía bien con ella, y ella conmigo que eso bastaba y sobraba para ser felices... Literalmente es así, solo que cada quién ve las cosas a su manera, depende mucho de lo que quiero y cuanto quiere, pero, aunque no creí, me entendió, y después de ese corto floro se abalanzó hacia mí y se acurruco sobre mi pecho. Prendí el televisor y nos pusimos a mirar películas echados sobre la cama. Le pedí al alcahuete de Pold (mi hermano) que nos suba la comida. Almorzamos y pasábamos toda la tarde juntos. Abrazados. Se quedo dormida. Me puse a hacer unos trabajos que tenía que presentar al otro día. Estaba con el tiempo en contra, la presión me hacia hacer mejor mis trabajos.
Ya había anochecido, Abigail se levantó, se estiró, bostezó y se dio un par de vueltas en la cama, se puso de pie y se acerco al escritorio donde estaba estudiando. Se sentó a mi costado y comenzó a leer lo que hacía sin decir nada. Al cabo de varios minutos se volvió a echar sobre la cama, cogió el control del televisor, me miro como si necesitara permiso para encenderlo.
Préndelo si es lo que quieres a mi no me molesta. En realidad, si me molestaba, cuando estudiaba no me gustaba el ruido, me distraía. Prendió el televisor, recostada sobre la cama. Oscar ven, quiero estar un rato contigo, me iré dentro de poco a mi casa. Me faltaba infinidad de cosas por hacer en mi trabajo. Pero ah que importa, en situaciones así me importaba un huevo mis cosas así que accedí y me tire a la cama al costado de ella, pase mi brazo sobre sus piernas y mi cara sobre su abdomen. Comencé a juguetear con ella. Le hice cosquillas, uno que otro palmazo recibió para que se calmarse, se reía descontroladamente, desesperadamente. Hizo de mi cama un desastre, se envolvió en las sabanas para que deje de hacerle cosquillas y comenzó a correr como loca en el cuarto, la perseguí, la hubiera podido atrapar en cuestión de segundos; pero el juego acabaría y también la diversión, le di chance y deje que me amagara un par de veces, con lo que yo no contaba es que cuando la iba a agarrar, se encerraría en el baño y comenzaría a reírse como loca. Se había fumado algo pensé. Se reía a carcajadas.
- Abi! sal de allí, estas en mi casa puedo traer la llave y será peor no dejare de hacerte cosquillas hasta que me supliques que me detenga. Seguía riéndose; mis amenazas le causaban más risa. De pronto salió corriendo del baño, me jalo, logro no sé cómo, pero me tiro sobre la cama y en un descuido comenzó a hacerme cosquillas; para ser mujer no era muy delicada y sus cosquillas más que risa me causaron dolor. La alcé con mis brazos, la tiré a un costado de la cama y me abalancé sobre ella, te lo dije, ahora tendrás que suplicar. Jugueteamos por largo rato, hasta que dijo:
- ¡Basta! Ya no puedo más!.
Despeinada, envuelta en mis sabanas, tirada en mi cama.
- ¡Ya no puedo más, basta! - Volvió a decirme
Estaba cansado me eché a su lado y le di un beso. Sus cabellos estaban por toda su cara, pude sentirlos al darle un beso. Fue la primera vez en un largo tiempo que sentí que se puede estar en una cama con una mujer sin los apremios del sexo.
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Basada en Sueños Reales
De TodoNo todo aquel que me mira puede verme, ni todo el que cree conocerme sabe quien soy.