Era espléndido.
Todo se había ido a la mierda.
¿Cómo, a mis 17 años casi cumplidos, vengo a darme cuenta que mis "problemas" no eran solo eso? Resultaron ser nada más que unos putos transtornos psicológicos.He de admitir que nunca me pareció del todo normal tener una especie de "subconciente" que me susurra cosas fuera de toda moral con mi propia voz, tampoco que mi "amigo imaginario" siempre venga a consolarme después de entrar en pánico, aunque yo no sea capaz de verlo.
Todo se estaba llendo a la mierda y a este punto nadie creería si les dijera "soy una puta enferma mental pero siempre me he sabido controlar". No señor, nadie lo creería.
Las escenas de depresión sin ninguna causa aparente ahora tenían sentido, el placer de verme heridas eran algo que podría explicarse, el padecer falsas enfermedades, el odio por personas que no conozco, fobias, filias, traumas e infinidad de cosas.
Todo era demasiado simple ahora, "estoy loca" y todo se jodió completamente cuando lo descubrí.
En un ataque de pánico quise atacar a mi padre pensando que era un psicópata que quería asesinarme. Yo solo "me defendí", como había tratado de excusar.
Ahora, que vivo aislada y encerrada por cuatro malditas paredes blancas y con una camisa de fuerza, puedo asegurar que todo estaba jodido para mi.
Y las malditas voces en mi cabeza eran insoportables.
...
Un día como cualquier otro desperté en el mismo solido y frío piso de manicomio, pero esta vez no estaba sola.
Un chico, él vestía el mismo traje que yo, un conjunto completamente blanco de algodón aparentaba tener más o menos mi edad.
Tenía cabello castaño claro y desaliñado. Sus ojos, unos hermosos ojos grises, con una inusual mirada muerta que acompañaba a su piel bastante pálida, todo junto podría decirse que era un zombie solo que sin asquerosas putrefacciones en la piel.-Oye- lo llamé sin pensarlo y no obtuve respuesta alguna, ninguna reacción de su parte, solo se quedó completamente inmóvil.
Me alejaría y lo dejaría, no parecía querer hablar conmigo, yo solo quería distraerme de las estúpidas voces en mi cabeza que me harían perder el juicio en cualquier momento y ¡oh no! Por supuesto que no quería que pasara de nuevo.
...
Pasaron días, meses y yo había encontrado la manera de evitar esos malditos susurros en mi cabeza. Hablar con aquel lindo desconocido de ojos grises, facciones de muñeca y mirada muerta era algo realmente relajante y hasta llegué a considerarme... "normal"
El chico no hablaba, pero tenerlo a mi lado todos los días era algo realmente reconfortante, hacía mis días menos solitarios dentro de esas cuatro paredes, llegué a apreciarlo mucho.
...
Ya habían sido varias las ocaciones en las que se lo han tratado de llevar.
¿Por qué nadie entendía que él había sido para mi? No podían llevarselo y no lo harían, no lo permitiría.
Las camisetas de fuerza se hicieron constantes y las inyecciones aumentaban, las voces comenzaron a susurrarme de nuevo "deberías hacerles daño si no quieres que te lo quiten"
Y asi lo hice.
Uno, dos, tres enfermeros habían sido encontrados muertos casualmente en mi habitación. "No era mi culpa" les gritaba "intentaron alejarme de él, ¡Se lo merecían!"
Más inyecciones y calmantes.
...
Un año después, me encotraba tirada en la baldosa fría junto a la persona que actualmente amaba, como siempre su silencio me era agradable, su mirada seguía muerta e irreconocible, pero a mi me encantaba, quería abrazarlo, lo deseaba y así lo hice.
...
-La paciente #347 está con el cadáver de nuevo, desde que ella misma se encargó de asesinar a ese chico hace un año atrás no se separó de él.
-Doctor es hora de inyectarla, ya su familia dio el permiso, ella... no tiene remedio.
-Inicien el procedimiento.
Me pegué a su, ahora, putrefacto y esquelético cuerpo y le susurré un "te amo"
Cerré los ojos, para nunca más volver a abrilos.
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Paciente #347
Short StoryAdvertencia ~Contenido no apto para personas sensibles. ~Lenguaje vulgar. ~Enfermedades mentales. NO permito adaptaciones de ningún tipo. Contenido de mi propiedad.