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Pov omnisciente

En lo más profundo del bosque se encontraba un rubio cenizo sobre la rama de un árbol, observando todo, el viento movía su cabello cubriendo sus ojos carmines por segundos.

Escuchó un sonido conocido cerca, por lo que no desvío su mirada. Ese lugar le traía tantos recuerdos.

-Katsuki, hermano, debemos volver a la casa, dejaran la ofrenda anual en poco tiempo. -su pelirrojo amigo se encontraba bajo el árbol mirándolo.

-¡Tsk! No soporto sus putos llantos y gritos.

De un salto estaba junto a su amigo. Cerró sus ojos y comenzó a caminar, no necesitaba su vista después de todo, ese era su hogar, lo conocía como la palma de su mano. Los animales, el sonido de las hojas mecerse por el viento, los susurros del mismo viento, el agua correr, le daba tanta paz, lo habían ayudado a mantener la calma después de la tragedia.

-¿Le quitaremos la vida como a todos los demás?

Se detuvo, abrió sus ojos y miró hacia el cielo unos segundos. Volvió a cerrar sus ojos comenzando a caminar una vez más.

-Obviamente, luego de obligar a que me mire a los ojos perderá su vida.

Al llegar a su casa, en lo profundo del bosque, se dirigió a su habitación, descansaría unas horas antes de que llegara Kirishima con la ofrenda, no es que ellos necesitaran dormir, pero se le había hecho una costumbre gracias a su difunto amante.

Unos sonidos en su puerta lo obligaron a despertar, levanto su cuerpo de su cama para dirigirse a la puerta, sin molestarse en acomodar su yukata. Kirishima estaba al otro lado de su puerta.

-¿Ya esta aquí?

-S-si Katsuki, pero... No es de la misma edad que enviaron todos estos años anteriores.

Mostró confusión pero se encaminó hacia la habitación donde recibía sus ofrendas y donde les quitaba la vida a todos y cada uno de ellos.

Su amigo quedo en la puerta y desvió la mirada.

-¿Que esperas? Trae aquí a la maldita ofrenda de una vez, no importa si es un anciano o lo que sea.

Lo vio asentir e irse corriendo. Pero a los segundos escuchó un sonido particular que lo hizo abrir sus ojos un poco más de lo normal y cuando el pelirrojo volvió lo confirmó. Entre sus brazos tenia un bulto envuelto en una manta que se removía de manera irregular mientras lloraba. Un bebé. Los malditos enfermos de la aldea le habían enviado a un bebé de ofrenda.

-Había una carta junto a él. -le entregó el amarillento papel a Katsuki y esperó a sus ordenes.

Su madre murió durante el parto y no se sabe quien es su padre, nadie quiere hacerse cargo, todos estamos demasiado ocupados, así que Kitsune-sama esperamos que sirva como ofrenda.

Hizo un bollo con la nota y chasqueo la lengua, odiaba a esos viejos enfermos. Estiró sus brazos demandando que le entregara el bebé, a pesar de que Kirishima demostró cara de horror se lo entregó a su amo.

Al tenerlo en brazos notó que su apenas visible cabello era verde y en sus mejillas se notaban pequeñas pecas. Lo meció intentando que dejara de llorar y a los segundos lo logró, no sabia como tratar a un ser tan pequeño pero lo intentaba. El pequeño llevó sus manitos hecha puños cerca de su carita y abrió los ojos, mostrando un color esmeralda que le pareció hermoso.

Desgraciada almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora