El sol se alzaba tras las montañas, iluminando los barcos casi listos para zarpar. En el puerto las familias se despedían, Ligia, sin embargo, permanecía junto a su barco, no dejaba a nadie atrás, todas sus guerreras, familia y amigos partirían al igual que ella. Observaba como Björn se despedía de su madre y de su mujer, la cual ya empezaba a mostrar claras señas de su embarazo, pues su abultado vientre sobresalía tras la capa, motivo por el cual días atrás tuvieron que llamar a la curandera, que confirmó sus sospechas, en su vientre crecían dos criaturas. La rojiza y rizada cabellera que caminaba entre la gente llamó su atención, las princesas caminaban de la mano de Atargatis, llevando con ellas dos pequeñas espadas romas que Lorelei les había hecho para los entrenamientos, desde entonces no se habían separado de ellas. Ligia se acercó para saludarlas antes de que subieran al barco, después se hacercó a Helga que cargaba en brazos a Dahud.
-¿Vendréis con nosotras?
-No, hemos decidido ir con Björn, en su barco estaremos a salvo. – Colocó algunos cabellos a la niña. – Además, también estarán Ubbe y Hvitserk. – Dijo sonriendo.
-¿Y para hablar con ella?
-Atargatis me ha ayudado mucho, no solo enseña a Dahud, he aprendido algo el idioma, al menos para comunicarme con ella. – Helga miraba dulcemente a la pequeña que jugaba con sus rubios cabellos.
-De acuerdo – Ligia aceptó la decisión, pese a sus dudas, eran libres de elegir. – Os deseo un buen viaje.
-Lo mismo digo enviada de Njördr... – Floki posó la mano en su hombro mientras ligeras y agudas risas salían de sus labios. Ligia palmeó la espalda de Floki a modo de despedida antes de subir a su barco, cuando todo estuvo listo, uno a uno los drakkars empezaron a alejarse de la costa, emprendiendo el viaje hacia el reino de los sajones.
El comienzo de la travesía fue duro, pues los barcos del rey Harald seguían muy de cerca a los suyos, pero Lorelei y las nuevas armeras se encargaron de provocar una pequeña tormenta, lo justo para desviarles algo de su rumbo, dándoles a ellas tiempo suficiente para poder sumergirse a por nuevos víveres sin ser vistas, aún que no duró mucho, pues finalmente volvieron a alcanzarlas. Ligia se planteó lanzarlos al agua, no sería complicado, un poco de oleaje, algo de viento, muchos barcos acaban hundidos. Pero Murgen, la segunda armera del reino y una de las armeras mayores, se encargó de disuadirla, en el barco viajaban más personas, gente inocente que no merecía morir, pues no habían cometido ningún crimen.
Los gritos provenientes de uno de los barcos cercanos llamó su atención, la costa se mostraba frente a ellos. No tardaron en llegar a la playa, desembarcando rápidamente, pero Ligia se centró en algo de lo que no se había percatado, en el barco de Björn, junto a los hermanos, viajaba alguien más, no le costó reconocer aquel rostro, dándole sentido a todas aquellas ausencias de Hvitserk. Parecía que jamás se libraría de esa esclava, un sentimiento de odio empezó a germinar dentro de ella, pero decidió ignorarlo, regresando con sus guerreras, ayudándolas a bajar las armas. Debían ser rápidos, los sajones le habrían visto y habrían dado el aviso, y así fue. Tras dejar a las mujeres y los niños, se prepararon para la batalla. Ligia ordenó a Murgen quedarse en el improvisado campamento, a cargo de las princesas, junto a algunas guerreras más, el resto siguieron a su reina a la batalla. El ejército del rey Aelle parecía un pequeño grupo de exploración en comparación con ellos, siendo clara su victoria.
Ligia veía como aquel rey era arrastrado por el fango, atado a aquel carro manejado por Ivar. No lo conocía, jamás lo había visto, sabía que él había matado a Ragnar, pero aún así, seguía sintiendo pena por aquel viejo que aún intentaba comprar su libertad con oro y plata, desesperado, conociendo su destino y rezando para que fuera solo una pesadilla. La llegada de la noche traía consigo la peor parte, Ligia permaneció entre los árboles, observando desde lejos, había leído sobre aquello que llamaban El águila de sangre, pero jamás nadie se lo había explicado, quizás por ser muy pequeña en aquel tiempo. La curiosidad era sin duda una de sus debilidades, y también el único motivo para permanecer ahí cuando Björn empezó a pasar aquel cuchillo al rojo vivo por la espalda del ya sentenciado rey. Algo se revolvía dentro de ella, no era asco, muchas veces había visto sangre, tripas, músculos y huesos, era algo diferente, algo que poco a poco subía por su esófago para finalmente salir por su boca. Por suerte, el ruido de los tambores y los gritos de Aelle impidieron que la escuchasen vomitar. Se limpió la boca con la mano quitándoles los restos y decidió volver al campamento con las princesas.
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The soul of the sea
Fanfiction¿Y si los vikingos no hubieran estado solos en sus drakkars? Las aguas son profundas y ocultan secretos. Historia basada en la serie Vikings. Esta historia contiene personajes de la serie Vikings y personajes de mi propia invención. Aviso: Puede co...