Las manos del rey de York descendían por sus caderas acariciándolo de forma suave y constante, haciendo que sus ojos oscuros se cerraran y que de sus labios, atrapados en un beso febril, escapara un gemido bajo que electrizaba la piel del otro hombre.
La fiesta en el palacio de Jade había terminado muchas horas atrás y ahora las estrellas brillaban encima de ellos, la luz de la luna se reflejaba en las pieles desnudas y sudorosas de Aslan y de Eiji, como si fuera un escudo de protección ante las sombras de la noche. Como sucedía siempre, un pequeño beso había decantado toda aquella pasión, aunque, si los dos eran sinceros, el inicio de aquellas caricias había sido más que un beso.
Aquella noche estaban celebrando su unión de almas después de todo lo cual era, por supuesto, una fecha especial en la vida de muchas personas. Aquella noche, era la noche cumbre de una profecía de amor que había sido enunciado desde que los dos eran pequeños y la cual, los había llevado de la mano a haber disfrutado de la felicidad del imperio entero al verlos festejando, por fin, como los protagonistas de esa historia de amor que salvaría al imperio. Aquella noche, era el inicio de la eternidad para los dos.
Sí, los dos sabían que tendrían que morir algún día como todos los seres vivientes han de hacerlo pero en aquellos momentos la idea del final, o la del no final se escapaban de la mente del hombre del cabello oscuro quien ya no era más el príncipe de Izumo quien lo había perdido todo, sino que era ahora un hombre que se sentía profundamente amado, deseado y a punto de estallar de placer. Aslan, su amado Aslan, Aslan de York su esposo, estaba llevándolo lentamente hacia ese sitio hecho solo de felicidad donde los dos no habían tenido tiempo de perderse sino hasta ese momento. Aquella celebración era toda suya por fin y ninguno de los dos quería pensar en más nada que no fueran los labios y el cuerpo amado que los hacía vislumbrar la infinitud de las estrellas en la mirada del otro.
A pesar de que aquella era la segunda vez que se reconocían el uno al otro de aquel modo, las manos de Aslan conocían de sobra la geografía del cuerpo de Eiji. Era como si en aquella noche en medio de las rosas azules del jardín de su madre, Aslan hubiera hecho un inventario exacto de cuáles eran los lugares que había que besar, morder o succionar para hacer que Eiji se derritiera de amor y placer a partes iguales. Eiji enloquecía por ejemplo, cuando Aslan besaba su cuello de aquella forma, delineándolo con su lengua, marcándolo como suyo una vez más, al tiempo que se iba metiendo en él de a poco causándole ya no dolor, sino una felicidad desbordante, la alegría de tener al hombre que amaba dentro de él.
Los dedos del rey de York acariciaban cada espacio en su piel sin prisa, dejándose llevar por la pasión del momento pero también llenas de una ternura infinita que hacía que gemidos profundos escaparan de los labios del rey de los dragones. Aslan lo embestía lentamente, dejando que Eiji se acostumbrara a la invasión sin dejar de tocar sus hombros y sus abdominales bien marcados por toda una vida de entrenamiento como general de la Guardia del Aire y paladín de miles de batallas en la guerra y después de ella.
—Abre los ojos, Eiji— dijo Aslan con voz cadenciosa—. Déjame mirar esos ojos.
Por toda respuesta, Eiji abrió los ojos fijándolos en el infinito verde, que parecía más profundo por la pasión de los ojos del rey de York quien empezó a penetrar en él de forma más constante, haciendo que Eiji gimiera sin pena alguna. Estaban solos en aquella playa que el rey de los dragones había creado para los dos en medio de la habitación real en la que a partir de ahora vivirían como esposos.
Eiji había querido entregarse a su amor rodeado de los recuerdos de Izumo como aquella playa en la que tantas veces se habían besado siendo adolescentes. Eiji había querido que aquella noche fuera especial en más de un sentido y regalarle a Aslan aquella experiencia había sido su modo de hacerlo. El sonido cercano de las tímidas olas del mar se unía al de la música que escapaba de los labios de Eiji y a pesar de que su mente estaba perdida en la marea de sensaciones que Eiji le provocaba, Aslan no podía dejar de maravillarse por el poder de la magia de Eiji quien estaba creando aquel paradisiaco escenario para el amor de los dos.
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King of my heart.
FanfictionROYALTY AU: El príncipe de Izumo y el príncipe de York han estado unidos desde el principio de los tiempos. Un lazo mágico ha unido sus destinos desde antes de la guerra, un lazo mágico que pende de una condición: el príncipe Aslan de York debe amar...