Quizá estas sean las últimas palabras que mueran por ti. Como si al construir estas absurdas frases pudiera revivir tu recuerdo, enterrado bajo lágrimas que deseé nunca derramar.
La última vez que mis labios te cuenten como en las frías mañanas de invierno al tacto de tu piel corría lava por mis venas.
Como un puzzle me recompusiste, incompleto ahora sin ti. Huyen las piezas que ya nunca encajarán, pues no quieren ver como pidiendo socorro se retuerce mi alma.
Quizá el agujero negro de tu mirada vuelva a robarme los sentidos y me empuje a una galaxia oscura, vacía, lejana, aunque con el destello de tu sonrisa alumbrando mi camino.
Y, ¿sabes? Cuando esto pase despertaré en el desván cerrado con llave de tus sentimientos, ahogándome con el polvo de mis propias ilusiones. Pero qué ilusiones, si murieron cuando mis abrazos rechazaste, al decidir cerrarme las puertas de tu cama, al seguir con tu camino alejándote del mio.
No me quedan ya ilusiones, pues eran todas proyectos a tu vera y me he perdido en el intento de construir una vida en la que no escriba tu nombre en el espejo. Que escuche una balada de amor y no piense en tus ojos, mas siempre peco buscando un infeliz compositor que refleje mi pesar en una desolada y dulce partitura, pero ni la más triste melodía logrará nunca expresar el dolor de mi alma herida, rezando por no morir sin volver a sentir tus manos.
Ahora queda decirle a mi corazón que deje de quererte, a mis dedos que no busquen los tuyos, pero siempre serás ese recuerdo que me gustará saborear, y una vez mi alma haya sanado las heridas de tus besos, las cicatrices dolerán un poco menos y luchará por descubrir la felicidad, felicidad que sabe que encontrará a tu lado, pero se niega a morir dos veces por el mismo diablo.
Quizá estas sean las últimas palabras que mueran por ti.
Pero solo quizá.