"El amor es la más injusta de las emociones. No te deja vivir, pero al mismo tiempo, te impide morir".
Así es como lo veía Iwaizumi Hajime. Frente a la estación de autobuses y con la bolsa al hombro, miraba la pelota de voleibol entre sus dedos. La cabeza todavía le dolía y los médicos no quisieron quitarle el vendaje, sin embargo, le aseguraron que en unos días estaría bien. ¿Qué razón le impedía entonces quedarse? Empezaría una nueva vida, lejos de los recuerdos a los que se había aferrado y que tan desdichado le habían hecho. Era hora de seguir adelante.
***
Su boca, ligeramente abierta, no conseguía emitir sonido alguno. Perplejo y detenido frente al gran tablón de su amigo, una lágrima resbaló por su mejilla. Frente a su mesa de estudiar ahora vacía, estaba ese tablón de corcho lleno de fotografías de ellos dos. Podía ver claramente los inicios de su amistad hasta la última fotografía sacada recientemente, pero no sólo eso... había fotos suyas.
¡Le dijo que amaba a Issei Matsukawa! Y... ¿Qué hizo Iwaizumi? ¡Sonreír y ayudarle a conquistarle! Porque él era así, porque era su mejor amigo, porque en el fondo... le amaba y prefería verle feliz sacrificando su propia felicidad. ¡Era idiota!
Lloró en silencio frente a las fotografías de toda una vida juntos. ¡Ese idiota se marchaba!
- Vaya, ¿recuerdas este festival? ¡Mi pequeño samurai! Tardé casi dos semanas en hacerle ese traje, él decía que tú irías de un noble importante, y él sería quien te protegería – sonrió la madre de Iwaizumi al ver la fotografía de su hijo vestido de samurai con tan sólo siete añitos mientras que él vestía ese kimono imperial - ¡Dios mío! ¿Y ésta? Los dos os peleabais por saber quién estaba comiendo más sandía y os mirabais la tripita – reía al recordar aquellos momentos.
¡Toda la vida juntos! Y jamás se dio cuenta de lo que Iwaizumi ocultaba. Él nunca le dijo nada y siempre le apoyó en sus mejores y en sus peores momentos. ¿Por qué no vio cómo se autodestruía? ¡El gran rey! Así le llamaban, capaz de ver a todos sus aliados en el campo y programar la mejor jugada, pero fue demasiado idiota como para ver realmente lo que ocurría en la vida de su mejor amigo. El sollozo pronto fue audible, acompañando a la rebelde lágrima que había dejado escapar y a la que ahora acompañaban muchas otras.
- ¿Oikawa? - la madre de Iwa lo miró con preocupación al verle llorar -. ¿Te encuentras bien, cielo?
"El amor es cuando no sabes por qué quieres a esa persona, pero sientes que la quieres a tu lado para toda la vida".
Salió corriendo de la habitación de su mejor amigo. Sus piernas se tropezaban entre sí, lo que hizo que casi se cayese por las escaleras en su huida. Todavía podía escuchar los gritos de la madre de Iwaizumi llamándole. ¡Tenía que llegar! ¡No podía dejar que se marchase así sin más! Tenía que confesarle que era él quien le importaba, nadie más que él.
¡Aquel accidente lo cambió todo! Quiso fingir que no escuchó nada, quiso fingir que él jamás pronunció esas palabras para no hacerle sentir mal pero era un error. Tenía que decirle que le escuchó, que las dijo, que le amaba.
- ¡IWAAAAAA! – gritó al salir a la calle, corriendo como un loco con la bolsa de deporte sobre su hombro.
***
Dos años antes de la universidad:
Sentado en el césped junto a la orilla, con la bicicleta tirada en el suelo, movía incesantemente un par de piedrecitas entre sus dedos. Estaba triste y por eso mismo, al salir del entrenamiento, fue directamente a su lugar favorito. Sólo unos patos permanecían impasibles en el agua mientras atardecía.
ESTÁS LEYENDO
Renunciando al amor (Haikyuu: Iwaizumi-Oikawa)
Fanfiction¡Toda una vida juntos! Él había estado en todos sus años de vida. Él estuvo cuando rompió con su primera novia, cuando le regalaron su primera pelota de voleibol, cuando dijo de unirse al equipo. Estuvo en todos sus cumpleaños, en las victorias y de...