No sé por cuánto tiempo me he trasnochado, pero estoy seguro de que el cansancio que siento ya no es por el insomnio que esa maldita plaga me trajo.
Desde 2020 esa bacteria ha visto cómo poco a poco nos destruye, y se aprovechó de todas las situaciones posibles: desventajas, puntos débiles, como quieras llamarlos. Pero también de nuestras ventajas, conociéndolas y superándolas.
Es como si hubiese estado controlada, o como si tuviese consciencia de todo lo que está logrando. Es ilógico, y sin duda nos acabó.
Más de la mitad de la población fue exterminada en 2 meses, y no puedo creer que al principio lo habíamos catalogado como "simplemente otra plaga". Y por su irresponsabilidad, solo quedamos 2,000,000 personas, y para mañana, es seguro que no quedaremos ni la mitad. Por esa irresponsabilidad del gobierno, quienes solo respondieron diciendo que hay preocupaciones más grandes.
Fue inhumano.
Y nos trajo al peor resultado de todos.
No sé cuánto tiempo de vida me quede, pero estoy seguro que tampoco duraré mucho si no tengo la cura antes de esta mañana.
He trabajado tanto tiempo que he perdido la noción de día y noche, y si no fuese por el dolor que siento cuando intento tragar saliva, no estaría despierto. Y solo espero que ese dolor me ayude a salvar a mis hijas. Ya tuve suficiente, y no las perderé. Ellas merecen un futuro mejor del que tuvo su madre.
Llevo investigando desde el principio una manera de curarla, y hasta ahora, he conseguido lo suficiente para erradicarla. Esa maldita incluso desarrolló inmunidad a los bacteriófagos y a los antibióticos -al mismo tiempo.
Solo estoy a unos pasos de descubrir esa manera de eliminarlo, y mis compañeros de trabajo lo siguen esperando para repartirla a nivel mundial. No aguantaremos demasiado.
Odio esto. Es evidente.
Pero debo seguir.
Mis compañeros ya han terminado todo lo que pudieron, y agotaron todos sus recursos. Ahora tengo que terminarlo.
Mientras sigo chequeando qué puedo hacer con mis tubos de ensayo y los pocos materiales que me quedan, solo espero a que todo resulte bien. Mis gafas ya no resisten el calor que mi cuerpo emana por la fiebre, y gotean todo el vapor que hay. O probablemente de mis lágrimas, pero a este paso ya no sé qué pensar.
Aparte de las voces en mi cabeza de mis hijas, de mi esposa, de mis compañeros científicos y del presidente, no hay nada más que un silencio profundo que me deja nervioso. Y tal vez unos cuantos «¡Vamos, vamos, vamos!» que sobresalto cada vez que cambio un poco la fórmula, pero aparte de eso, solamente estoy yo, esperando a que esto funcione.
Tomo una de las últimas muestras que quedan en un anaquel y decido probar esta vez, con un optimismo vacío, un optimismo vago y, por poco, inexistente.
No lo lograré. Pero espero ver ese minúsculo cambio.
Observo el frasco 420-69 NC, que pensé que sería uno de los últimos en resolver el problema, y, de repente, lo veo...
¡Lo veo!Nunca pensé que me emocionaría tanto al ver la conclusión de un ser vivo tan pequeño desvanecerse y explotar en partículas aún más pequeñas.
Y, sin embargo, aunque está ante mis propios ojos, no puedo creerlo.
En ese instante llamo a mis compañeros en una videollamada y me preguntan que qué es lo que sucede, y por mi balbuceo incoherente y manera de gritar tan desaforadamente -aparte de acústicamente horrible-, pensarían que el síntoma de paranoia ya se presenta, pero eso ya había pasado antes. A diferencia de esa, mi alegría es la genuina.
Esta era uno que irradiaba alegría en su máxima expresión, una tan fuerte como para ser confundida por un llanto de ayuda. Es sin duda un llanto, pero de victoria.
Era uno que denotaba los meses incontables y las noches tan horribles desaparecer. Esa fue mi reacción, tan motivada y tan feliz.
Era mi último rayo de esperanza.
Todos quedaron helados, y de repente, corearon junto a mí toda esa euforia. Alice Beckham, la más novata del grupo fue la primera en seguirme, y ella ya tenía una copia de la muestra. Su cónyuge, Markov Kaminski le siguió y los hermanos Alejandro y Jorge Bustamante se abrazaron y saltaron de la alegría. Y Akira Nishimura, el experto del grupo quien en mi vida había visto sonreír, esbozó una sonrisa tan grande para luego reír junto a nosotros.
Cierro la llamada, y siguiendo el protocolo para el descubrimiento de la cura, tomo la muestra junto a los materiales y me dirijo a la estación de limpieza justo al lado de la entrada. Ya tenía la bacteria, pero tengo que seguir las instrucciones. Y una vez a la salida, abrí la puerta y salí disparado.
Solo pienso en mis hijas. En un futuro para ellas. Y, a pesar del dolor muscular y la neumonía, corro con las fuerzas que me quedan al aeropuerto que quedaba en Groenlandia, mi lugar natal.
Para mi suerte, el aeropuerto queda a tan solo unos kilómetros, y ya que los puertos quedaron cerrados, no tenía el constante ruido de estos a aviones.
Llego a casa, donde mi hija más grande me esperaba para cenar desde hace unas horas y me ve cómo busco exhaustivamente las llaves del auto.
No necesité ni una palabra para hacer que ella me entendiese. Cassandra me entiende perfectamente y me las entrega, denotando su gozo y éxtasis.
Las tomo, pero me detengo súbitamente por un dolor punzante en mi brazo.
Ya no había vuelta atrás.
Me siento en el sofá y le entrego el maletín junto con una nota en un papel arrugado y solo le digo que vaya al aeropuerto y entregue todo, que ellos sabrán qué hacer. Me mira atónita, pero sabe lo que tiene que cumplir y me da un último abrazo antes de partir. Ella, y yo.
Dirigiéndose a la puerta, el maletín que lleva se agita rápidamente pero su contenido está estático, mientras que todo su cuerpo se avalanza a salvar lo último de humanos que queda en este planeta.
Y veo cómo cierra la puerta, para finalmente sentir esa horrible sensación en el centro de mi pecho.
Lo último que hago es tomar la foto familiar que estaba a mi lado, y, sintiendo ese dolor punzante en todo mi cuerpo, veo a mi amada Samantha por última vez.
Y la acompaño.
ESTÁS LEYENDO
El Último Rayo de Esperanza
Short StoryNo puedo creer que después de solo 2 años al fin puedo encontrar la cura... Y sin embargo, es muy poco tiempo. Hemos estado en una eterna cacería y no puedo dejar que esto continúe. Tengo que lograrlo. No puedo dejar que la promesa que le hice a su...