Simón Fitzpatrick tenía sueños, su vida puesta en una balanza eran más cosas buenas que malas, era maravillosa, hasta que vio como el sueño que había construido durante toda su vida se destruyó en pocos segundos. Para un deportista decirle que no p...
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Desde que las personas nacen, el contacto con los demás es importante. Especialmente los seres humanos tienen esa necesidad de socializar y esto es lo que lleva a que cada uno de maneras diferentes sea influenciado, esto es lo que de algún modo u otro lleva a que se le de cabida a otros a nuestra vida y así afectarla de manera positiva o negativa, pero hacerlo significativamente.
Para Simon nunca había sido un problema confiar y tampoco lo había sido el dejarse afectar por otros. Pero en los últimos años tomo la decisión de no dejarse llevar por todo, algo que encajaba perfecto para comentarios, emociones y/o críticas no constructivas. Desde su punto de vista logro grandes avances, hasta ahora.
Justamente había tomado la decisión de dejarse llevar por sus sentimientos, por las emociones que Milena le hacía sentir, a pesar de que sabía que probablemente iba a terminar con un corazón roto luego o simplemente no iba a ser correspondido. Pero se llevó la grata sorpresa de que lo era y eso lo asusto más.
Aunque ni en sus más remotos planes, él creía que ella iba a dar un paso, lo había hecho. Durante la última semana el gozaba de haber dado más pasos que los que habían dado en casi catorce años de conocerse y por si fuera poco su cercanía era bastante buena. El único problema de todo eso era que no sabía cuándo iba a acabar tanta belleza y el simple hecho de no saber a qué se estaba ateniendo le asustaba como nunca antes.
No era difícil para él admitir que tenía miedo, quizás no de amar, pero sí de ser el único que lo hiciera y especialmente, su mayor miedo era consigo mismo, que todos los actos sin pensar que estaba realizando últimamente al final no valieran para nada. Lo único que lo hacía sentir mejor en ese instante era que por lo menos tenían la posibilidad de ser amigos, algo que nunca fueron en el pasado.
Milena miro por última vez su creación sobre la mesa. Simon charlo muy poco mientras la chica cocinaba, ya que el padre de la mayor se lo llevo un rato a ver televisión. Para cuando la chica los había llamado, los padres habían desaparecido y ahora ellos se encontraban solos.
El chico dio el primer bocado e hizo un sonido de suficiencia al tragar la comida. Luego de unos minutos hablo—. Tengo que confesarte algo, siempre que hacías este plato Timothy me llevaba del suyo a casa, lo comía siempre con un capítulo de Criminal Minds. Mis dos cosas favoritas—la chica rio ante la confesión.
— ¿En serio te gusta tanto?
—Créeme, me gusta demasiado—el chico le sonrió.
—De haber sabido que lo único que necesitaba para hacerte sonreír era cocinarte, créeme lo hubiera hecho hace muchísimo tiempo—comento y causando que Simon se pusiera un poco nervioso—. Tu sonrisa es muy bonita.
—Si estas intentando coquetear conmigo—la señalo acusadoramente— créeme, está funcionando bastante bien. Y sonrisa también es bonita.
—Ustedes los Fitzpatrick todos son unos coquetos. Nada que hacer.
