Capítulo 13

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Cristóbal aguardó paciente a que los niños entraran a clases. Cuando ya estaban a punto de cerrar el portón, se acercó y pidió hablar con alguien de la oficina.

―¿Tiene cita?

―No.

―Entonces no lo puedo dejar pasar.

―Necesito hablar con alguien, es urgente.

―¿Qué problema tiene?

―A mi hija la ofendieron ayer y se burlaron de ella.

―¿Ella vino hoy?

―No, no la envié.

―¿En qué curso va?

―Primero A

―¿La profesora qué le dijo?

―Nada. No he hablado con ella. Mi hija me lo contó ayer cuando llegó a la casa.

―Si la profesora no le mencionó nada ni le envió una nota, puede que no haya sido nada, a veces los niños agrandan las cosas, sobre todo cuando son tan sobreprotegidos.

―Mi hija no es así.

―Todos los padres dicen lo mismo, aquí lo vemos a diario.

―En este caso estoy seguro, pues no fue una ofensa cualquiera.

―Estoy segura de que la profesora Katrina le habría dicho algo, ella es una muy buena profesora, igual debe pensar en que no ya no es kínder donde los padres están encima de los niños todo el tiempo.

―La señorita Leslie, la tía del año pasado, no tuvo nunca un problema con ella.

―Bueno, mire, lo que puede hacer es pedir una hora a este teléfono y venga a hablar con la profesora Katrina, es mejor que hable con la maestra de la niña primero, antes de hablar en Inspectoría o con el director. A lo mejor no tiene ninguna importancia.

La mujer terminó de decir aquello con el portón a punto de cerrarlo y Cristóbal, que quedó anonadado con la respuesta, no alcanzó a decir nada antes de que le cerrara la puerta en las narices.

―Disculpe ―lo habló una mujer a sus espaldas―, yo estuve el año pasado en el curso de la tía Leslie, mi hijo y la suya eran compañeros, no sé si se acuerda de mí.

―Sí, la recuerdo, usted es la mamá de Erick, ¿verdad?

―Sí, sí. ―La mujer se alegró de que la recordara, pero pronto se puso seria y titubeó.

―¿Pasa algo?

―Es que ayer Erick me dijo que uno de los niños nuevos había molestado a Daniela y que algunos otros se burlaron de ella. Mi Erick y los demás que iban con ella el año pasado la defendieron; sin saber con detalle lo ocurrido, sabíamos que sufrió mucho y tuvieron varios problemas como familia, además, por lo menudita que es, ella era la regalona del curso, es la más pequeña de la clase y los niños la quieren mucho. El problema más grave fue que le avisaron a la profesora en el momento y no hizo nada, dijo que ya estaban grandes para defenderse solos.

Cristóbal resopló más furioso todavía.

―Yo lo estaba esperando para contarle, pero como lo escuché hablando con la inspectora, decidí esperar.

―Sí, y resulta que tengo que pedir hora.

―Sí, aquí no se puede hablar con los profesores libremente, como lo hacíamos con la tía Leslie.

―Bueno, muchas gracias por decirme.

―Si necesita que dé mi testimonio... ―Le extendió una tarjeta de visita―. No dude en llamarme.

Seguirás siendo mía (Posesión parte 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora