Siempre se sintió maravillado por tan majestuosas criaturas, los dragones. Siempre imponentes y visibles, volando libres en el cielo, llamando la atención con facilidad y manteniendola por una eternidad.
Aún recordaba su niñez, cuando era pequeño y poco precavido, recordaba como intentó acercarse a una cría de dragón. Tan hermoso. Un dragón de escamas blancas que brillaban plateadas a la luz solar y ojos azules, tan profundos como el océano, tan brillantes como los más hermosos zafiros. Nunca podría olvidar ese día, pues al intentar acercarse a aquella bella criatura, ésta le temió y como consecuencia lanzó fuego hacia él, tuvo suerte al solo terminar con una cicatriz en su rostro y no daños más profundos.
Durante esa época hubo caos, recuerda a su padre intentando comenzar una guerra contra Ogon por haber herido a uno de sus hijos y a su madre luchando por impedirlo, el distanciamiento entre sus reinos duro bastantes años hasta que le fue permitido viajar y se encontró con el príncipe con el que ahora estaba comprometido.
Sonrió al mirar al cielo, un dragón rojo volaba hacia el castillo, más específicamente hacia el patio donde él se encontraba contemplando el cielo nocturno que pronto se iluminaría por el amanecer. Drakon descendió y no tardó nada en saltar una figura desde su lomo, amplió su sonrisa al ser abrazado de inmediato, era claro que no era el único que extrañaba al contrario aún cuando solo habían pasado algunos días desde su última visita.
—Yo también te extrañé, Kats...
—¿Y quién dijo que te extrañé? ¿Ah?
Shouto sonrió cuando el contrario rompió el abrazo pero no se alejó por completo, estaba viendolo fijamente, detallado y memorizando su rostro. Katsuki le dió un casto beso y se acercó a Drakon, le acarició la cabeza con cariño y habló con suavidad, era casi irreconocible al verlo tan apacible.
—Me quedaré con Shouto hoy, así que puedes hacer lo que quieras.
Drakon gruñó pero no parecía molesto, simplemente parecía reclamarle por no pedirle quedarse, finalmente lamió una de las mejillas del rubio con cariño y extendió sus grandes alas para elevarse. Ambos lo vieron alejarse y perderse en el cielo que comenzaba a aclararse, Katsuki se sentó y disfrutó del amanecer mientras sus rubíes se perdían en algún lugar lejano, Shouto lo observó maravillado.
Aquel rubio le resultaba mucho más atrayente y maravilloso que cualquier dragón existente, estuvo admirando su perfil en silencio hasta perder la concentración cuando escuchó su voz, era baja y suave, un susurro tranquilo dirigido únicamente a él.
—Así que aquí también hay sol...
—Mientras halla paz, habrá calidez.
—¿Y si no hubiera paz?
Shouto lo miró durante unos segundos para después desviar su vista al cielo ya colorido del verano, Katsuki siguió la mirada heterocromatica y suspiró, tal vez estaba haciendo preguntas estúpidas. Después de todo, eran tiempos de paz y su compromiso, hecho por amor mutuo, ayudaría a mantenerla un poco más.
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демон [Todobaku]
Romance¿Existe la magia? Los más jóvenes, tanto de reinos civilizados y tribus salvajes, desconocen la respuesta a esta simple pregunta. Aunque hay una que pueden responder de forma afirmativa e inmediata, sin ninguna duda o vacilación posible: "¿Existen...