Cuando halle a mi esposa con otro en nuestra cama quise matarla, pero no lo hice. Luego de doce años de casados, algo se quebrò en mi cerebro. Pude sacar mi arma y matarlos en ese momento, antes de que abrieran su boca, para gritar, pero no lo hice. No soy un asesino. Antes dejé ir al maldito y no he sabido de mi mujer desde ese día.
Días después, tocaron mi puerta, abrì, y un policía me hizo preguntas sobre Emi, le dije que no sabìa nada. Su mama reportó su desaparición, no sabìa de ella desde hacìa tres dìas. Sinceramente no me interesa, lo que le pase a esa perra. Pasé los días en interrogatorios y juicios. Parecía que no tenían duda que yo era el culpable. No me extraña, es fácil para la policìa culpar al marido. La gente ve estos crímenes todos los dìas, pero no tenìan pruebas contra mi. Todo este proceso fue duro. Meses convenciendo a la gente que no mate al amor de mi vida, veía la obvia incredulidad en sus ojos. Ojalá la hubiera matado, seria más sencillo para todos. Pero no lo hice. No importa lo enojado que estaba, no podría hacerle eso a mi Emi. Ha pasado un año desde que la atrapé con el otro.
Extraño a Emi ya todo el mundo se olvidó de ella, menos yo, que aun siento su presencia, està aquí, puedo verla. En las noches, puedo oírla llorar, como si me pidiera perdón por lo que me hizo, así es como me gusta creerlo. A veces grita, haciéndome saltar de la cama asustado. Por lo general, romperle un dedo, o una costilla es suficiente para callarla. A veces quiere resistirse y tengo que sacar el cuchillo. Oh!, el horror en sus ojos es magnìfico, siempre ha sido frágil así que no tengo que cortarla mucho para que se desmaye. Cambio la cinta adhesiva de su boca que ella mordió, por una nueva, y vuelvo a mi cama. ¡Ven, les dije que yo no maté a Emi! Pude haberle disparado en el momento en que entré al cuarto, pero no lo hice. Tenièndola en mi sòtano como la perra que es, me aseguro que todos los días, ella desee que la hubiese matado.