Especial San Valentín (Extra I)

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Unas visitas antes del epílogo.

Me asomo una vez más para asegurarme que Max se haya ido.

Veo hacia los lados como si de misión imposible se tratase. Había escuchado la puerta hace diez minutos pero mi psicosis me obligaba a revisar varias veces para asegurarme.

Respiro hondo como muestra de alivio. Sin embargo, de igual manera camino a paso lento, solo por si acaso.

Pasó por el pasillo hasta llegar a las escaleras de la pequeña casa, nada comparado con la mansión en donde estuve cautiva. De solo pensarlo siento un que se me corta la respiración. Lo único que podría decir que extraño es la biblioteca, y a veces la odio porque a pesar que fue un lugar donde lograba calmarme, también era el lugar donde muchas cosas que no me dejaban dormir había ocurrido. A veces quisiera borrar los malos momentos, pero no puede.

Nunca puedo hacerlo.

Niego tratando de ahuyentar esa clase de pensamientos, no es el momento para atormentarme.

Veo el reloj de la cocina antes de salir para calcular cuánto tiempo me queda antes de que Max regrese.

Al cerrar la puerta de la casa, me recargo en ella por un momento. Cada vez que cierro la puerta me entra el miedo que algo va a pasarme, pero luego recuerdo que el peligro esta en la carcel...y yo voy a visitarlo.

A veces no me entiendo ni un poco, mi mente vive constantemente peleando. Odio ser tan insegura o pensar que me van a criticar por lo que hago, porque sé si Max y mi psicóloga se enteran de lo que hago...no se como me sentiría. Camino rápidamente por la calle, sin querer ver a nadie voy con mi cabeza en el pavimento. Cuando veo que estoy en una zona con mas personas empiezo a sentir mi pecho hundirse. Para evitar ponerme mal, saco mis audífonos y con prisa los conecto con mi teléfono para empezar a escuchar un audiolibro.

Prefiero perderme en un mundo imaginario que sufrir por el mundo real. Reviso nuevamente la hora, voy bien de tiempo. Al llegar a la estación de metro, suelto un suspiro de alivio al saber que ya tengo un paso menos. El viaje de aquí hasta el lugar mas cercano de la "cárcel" es media hora, para después tomar un taxi. Si me fuera directo seria muy costoso, por eso es que lo visito una vez por semana o a veces una vez por cada dos semanas. Al ya tener una tarjeta no necesito hacer fila y paso rápidamente hasta llegar al tren para montarme. Busco un asiento donde no haya muchas personas alrededor y cuando al fin encuentro uno me siento y cierro mis ojos para concentrarme e el audiolibro.

Cada día se me hace más fácil aceptar lo que hago, a pesar de mi batallas internas, todavía le saco algo positivo a mis visitas y sentimientos.

Sé que está solo y por más que quiera negarlo...yo también lo estoy.

Desde que salí de es sitio me he sentido vacía, a pesar que odio cada segundo estar en esa casa. Mi psicóloga dice que es normal que me sienta de esta manera, pero a veces me siento y ella me hace sentir...enferma, como si algo estuviera mal conmigo, y tal vez es así. Tal vez soy una enferma al igual que él, pero siento que visitarlo es lo mínimo que puedo hacer. La culpa me consume y la necesidad de tratar de arreglar algo no me deja tranquila. Quiero ser una buena persona.

Tuve que retrasar varias veces el audiolibro ya que cada vez que me montaba en este estúpido tren, mi mente empezaba a fastidiarme, dándome dolor de cabeza y distracción.

Traté de concentrarme en lo que estaba escuchando y mi vista se fue a la ventana. Los edificios, parques y centros comerciales pasaban por mi lado; solté un suspiro de tristeza. Mi mente se va a lugares oscuros sin mi permiso, aunque no permito que lleguen más allá, hay momentos que no puedo controlarlo.

ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora