Es difícil dejar ir a una persona y lo es aún más cuando sabes que no podrás volver a ver nunca más a esa persona, que no podrás escuchar su voz o siquiera pensar en ella sin derramar una sola lágrima.
Tal vez esa persona no necesariamente tiene que haber fallecido para no poder volver a verla, escucharla o llorar al recordarla, pero en este caso, sí era así.
Millie Brown había muerto. Había muerto dejando a todos con el corazón roto, sobre todo a Finn Wolfhard, su novio hasta el momento de su muerte.
Finn no tuvo alucinaciones de verla aún ella estando muerta o de negar su muerte, nada de eso. Pero sí depresión.
La recordaba a cada momento del día, a cada hora, minuto y segundo, no había un maldito momento en la no escuchase la alegre risa de la castaña en su cabeza o en el que sus ojos mieles lo atrapasen aún sin estarlos viendo.
Era horrible pensar en que jamás podría volver a tomar su mano, hablar con ella o tan sólo verla. Eso lo destrozaba por completo.
Tenía que dejarla ir, tenía que comprender que Millie no estaba más y tratar de sacarla de su cabeza.
Escribir cartas le gustaba, le escribía una carta a Millie cada semana cuando aún vivía y se la daba los domingos. Era su forma de darle las gracias por hacer de esa semana una de las mejores en su lista, bueno, todas lo eran, sólo porque Millie estaba en por lo menos uno de sus días.
La había encontrado, había encontrado la forma de dejarla ir.
Escribiría cartas a Millie. Cartas que describirían como él se sentía desde su muerte.
Y quizás así, la dejaría ir por fin.
"En donde Finn le escribe cartas a Millie, quien ya falleció."
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No mames, quedó bien kul.
Eah, otro, de cartas y me vale verga haber sobre explotado el cliché, me vale, este esta kul.
Y no actualizare xq no quiero llorar jaja, ya lloré mucho por hoy.
Si te gustó, te agradecería que me regalaras una estreshita. :3
Gracias por perder un poco de tiempo leyendo esto. <3
