Es temprano por la mañana, el sol se había levantado hace un par de horas y su luz entraba con libertad por la ventana aún cuando las persianas tapaban gran parte de esta. De todas formas, no había ninguna cosa que despertara al durmiente castaño sobre el pecho del Maestro de las Artes Místicas.
Stark estaba acurrucado en Stephen, abrazándolo, aferrándose a él como si eso impidiera una desintegración sentimental entre ambos caballeros. Pero eso no era del todo posible pues por cada roce que Strange hacía en la ahora erizada y desnuda piel del inventor, sumaba puntos para jamás siquiera considerar romper con su relación amorosa.
Todavía al haber pasado por semejantes adversidades, su lazo continuaba teniendo un avance positivo. Porque se querían en verdad y, aún cuando Stephen no llegó a tiempo a la fiesta de la noche anterior, Tony iba a perdonar cualquier falta similar de su hechicero, pues cada uno entendía a la perfección el trabajo de su contrario.
Para eso y por más habían llegado a este punto, para proteger al mundo, para protegerse...
—Pan tostado —murmuró Stark, somnoliento, tal vez sonámbulo.
Desde luego que dejó a Stephen con la suficiente extrañeza como para bajar la mirada y con el entrecejo fruncido. Luego, el pelinegro hizo un intento de levantarse pero con sumo cuidado se quedó recargado sobre su codo derecho mientras deslizaba la cabeza de su amado en la almohada al lado suyo.
Strange le miraba con una ligera sonrisa, encantado porque todavía dormido aquel castaño lucía espectacular, no entendía cómo le hacía y no buscó explicaciones para entonces ponerse a admirar a la ternura frente a sus ojos, mismo individuo adormilado optó por suspirar, humedecer sus labios y continuar durmiendo acurrucándose a la almohada.
Provocó que el hechicero soltara una pequeña risa entre dientes, encantado por el infantil gesto. Fue allí cuando de repente Stark bostezó y enterró todavía más su rostro en la almohada.
—¿Qué es tan divertido, doctor? —dijo, la almohada no fue impedimento para escucharle.
Stephen mantuvo una sonrisa amplia, y apegándose a Stark se recostó sobre la misma almohada haciéndole al castaño descubrirse de ella con el fin de fijar sus miradas una sobre la otra. Y así fue.
—Nada —contestó el hechicero, para poco después darle un corto beso en la frente. Ya no había sonrisa en su rostro, no por enojo ni tristeza, solo estaba disfrutando el momento.
Pero Stark no creyó eso.
—Vaya, qué cambio tan repentino —comentó mirándole, tomó su mejilla izquierda para acariciarla con ternura—. ¿Por qué tan serio? Anoche definitivamente no estabas serio.
Doctor Strange soltó otra pequeña risa, satisfaciendo al castaño en cuestión. Aunque el hechicero debía admitir que, en efecto, anoche no estaba serio y no solamente por el sexo, sino que habían sucedido un par de cosas el día anterior lo suficiente como para incomodarlo en momentos tan despreocupados como estos. Pero no quería echarlo a perder, no otra vez.
—Quiero saber si perdonaste mi falta de educación.
El brazo derecho de Stephen pasó deslizándose por debajo de la cabeza de Tony, quien no dudó en recostar su cabeza en este; el cabello castaño del científico en robótica prontamente se vio alterado por unos rizos que los dedos del hombre de Greenwich Village hacía.
—Creía que lo de anoche era una reconciliación —Stark volteó a verlo, pero los ojos bicolores se mantenían en el techo.
—Mm, olvidaba que así es nuestra manera —dijo de forma juguetona.
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PESADILLA | IRONSTRANGE, MARVEL
AcakTony Stark sueña con frecuencia estos últimos días, pareciera totalmente habitual, pero los Vengadores en la Torre A también sueñan y no de diferente manera. Agosto, 2019.