Majestad, necesito confesarle algo.
He hecho algo horrible.
Bueno, en realidad he sentido algo horrible.
Aquí me detengo, majestad, porque necesito que entienda la diferencia entre hacer y sentir algo horrible.
¿Cuál cree usted que es peor?
Sé hacer cosas horribles, realmente horribles, sin sentirlas de verdad.
Puedes mentir sin notarlo.
Puedes besar sin desearlo.
Puedes cocinar, tejer, viajar, leer, hablar, manejar y hasta coger sin sentirlo.
Puedes incluso, majestad, desearla a usted sin sentirla correctamente.
Acortar el camino hasta sus brazos.
Se puede hacer todo eso y más sin sentir.
Si cometes un pecado, un horror inconmensurable sin sentirlo, ¿merece un castigo? ¿significa que eres malo?
Creo que no.
Siento que no.
¿Ve como es distinto hacer que sentir?
Cuando sientes, todo es real.
Hacer cosas no lo hace real.
Puedes hacer y deshacer sin que sea uno consciente de lo que es real, pero sentir...
Eso sí que es real.
Cuando sientes, creas.
Cuando sientes, haces vida de ti mismo, de los árboles, de la brisa.
¡Vida!
Pero no hablaremos de la vida, majestad, que yo sé cuánto la odias.
Volvamos a mi pecado, ¿está bien?
El caso es, majestad, que he sentido algo horrible.
La he sentido a usted.
Creo que... creo que me enamoré de usted.
Es absurdo, tal vez de tanto anhelarla me enamoré, o tal vez solo es mi desesperación por conocerla al fin.
Llevo años queriendo fundirme en sus brazos. La verdad, no sé cuándo comenzó, pero el deseo creció lentamente, como esas fogatas que crepitan suaves, echando un humo tan ligero que nadie es capaz de notarlo hasta que se desata el incendio.
Fue así:
No me di cuenta, pero usted se metió bajo mi piel.
Sentí ganas de conocerla y aunque sé que todos la conoceremos algún día, sentí el desespero prematuro de llegar a usted.
Y, ¿cómo no hacerlo, majestad?
¿Cómo no amarla?
Es histórica la paz que su sola presencia provoca.
El mundo entero sabe que es inevitable, que usted en su magnificencia es una vencedora absoluta y siempre, siempre recupera lo que es suyo.
Y eso es lo gracioso, majestad, porque todos somos suyos.
Le pertenezco en cuerpo y alma desde que la vida apareció en mí, aquella despiadada y cruel que, envidiosa de ti, me ata entre sus brazos.
Pero no se preocupe, porque mi amor y lealtad es suyo y siempre lo será.
La amo...
¿La amo?
La amo.
Definitivamente la amo.
Y no es un error, a pesar de lo que dicen mis cercanos.
Ellos no saben lo hermosa que eres, no tienen idea de lo que eres capaz y de lo que haría yo por ti.
No saben cómo me haces suspirar y los mil y un planes que he hecho para entregarme al fin a ti.
Te temen. Llevan temiendo desde el comienzo de su existencia, buscando formas de no conocerle jamás, de evadir el inevitable encuentro final.
Dicen que al amarle a usted, majestad, no me estoy amando a mí.
Qué tontería.
Amarla me hace amarme más que si le temiese.
Amarla me hace libre.
Hace nuestra distancia dolorosa, sí, pero esperada.
Porque esta vida con la que fui maldito, tiene un cierto gozo al saber que pase lo que pase, usted estará esperándome.
Seremos eternos. Me tendrá para siempre en sus brazos y yo podré respirar y respirar...
Perderme en usted, en el espacio, en cada galaxia que de seguro solo usted ha inventado...
Aún no la conozco y ya la extraño.
Soportar la tentación de apurar el camino y saltar a sus brazos es doloroso, me quema en cada respiración.
Pero sé que, una vez llegue a usted, no hay vuelta atrás. Querrá todo de mí y yo deseo tanto dárselo, pero una parte de mí sabe que aún no es el momento.
Algún día, respirar será insoportable.
Algún día, dolerá más su ausencia que la emocionante espera.
Algún día, definitivamente correré a sus brazos y usted me tendrá al fin.
Seamos pacientes.
Hasta entonces, majestad, le juro mi eterna lealtad y amor.
Su humilde servidor.
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Espero que la lectura haya sido grata, soy bastante amateur en cuanto a escribir se refiere, así que espero me perdonen algunos errores. Soy feliz de recibir críticas para mejorar o comentarios acerca de lo que leyeron.
Gracias por su tiempo si es que llegaron hasta aquí, pronto traeré más cosas que van saliendo del tintero y que debo traspasar.
Con amor:
Comedor de cabritas

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Carta a su majestad
PoetryMajestad, necesito confesarle algo. He hecho algo horrible. Bueno, en realidad he sentido algo horrible. Aquí me detengo, majestad, porque necesito que entienda la diferencia entre hacer y sentir algo horrible. ¿Cuál cree usted que es peor?