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— Entonces, ¿aceptas salir conmigo?

Jimin no lo podía creer, pestañeaba una y otra vez sin creer lo que el pelinegro le había propuesto.

«¿Una cita?»

Eso era lo único que tenía en mente Jimin en este momento.

Pero empecemos desde el inicio del holocausto del rubio.

Su semana había empezado muy bien, el rubio se sentía tan feliz de pasar las horas de clases con Taehyung; no había momento en que no lo hiciera reír ante sus chistes. Las muestras de cariño por parte del mayor no faltaban, Jimin se sentía derretir ante una tocada de él, miles de sensaciones se producían dentro de él o bueno, dentro de ambos.

Los sentimientos de ambos rubios empezaban a florecer, los leves roces que se daban eran suficientes para que Jimin se sonrojara.

Simplemente no prestaba mucha atención a las clases, aprovechaba cualquier momento para ver a Kim. Y este no le era indiferente, el gran corazón de Taehyung no podía dejar de ver con ternura a Jimin, empezaba a amar sus rechonchas mejillas, se le hacían tan apetecibles de besar y poder manipular; parecía un bebé y cabe decir que a Taehyung le encantaban los bebés.

Aquellos dos individuos estaban tan metidos en su mundo no eran capaces de sentir la mirada penetrante por parte del pelirrojo.

Hoseok solo miraba la escena sigilosamente, se sentía feliz de que sus sospechas eran ciertas, Jimin no rechazaba los sentimientos de Kim y aquello era muy bueno hacia su favor.

«Si solo Yoongi viera esto»

Conocía el temperamento de este y sabía que explotaría, ¿era su mejor elección decirle a Min?

Jung aún dudaba de aquello, pero si se lo decía, tenía la mínima esperanza de que Yoongi se desentendiera de Jimin y fuera a sus brazos como muchas veces lo hizo. Aquel refugio que se sentía muy bien para él, aunque tratara de tapar el hecho de que solo era utilizado por Min.

Y su plan era muy tonto, porque todos sabíamos que no sería así. Ya sería su problema a la larga.

Ver las muestras de cariño que Jimin le hacía a Kim era como una de las muchas fantasías que tenía el pelirrojo con el pelinegro.

«Tal vez algún día me llegues a desear tanto como lo deseas a él»

Con una sonrisa rota en sus labios decidió volver a oír clase, eso era mejor que andar sumido en sus fantasías de tristeza.

Al final de las clases Jimin era el niño más feliz del mundo, lo había pasado tan bien con Tae que se sentía lleno, empezaba a creer que las cosas iban mejorando, al fin la felicidad estaba llegando a su vida sin ser juzgado por ello, sintiéndose después de todo bien consigo mismo.

Al acercarse a la mejilla del mayor para despedirse de él, este lo toma por sorpresa dándole un deseo de media luna en sus abultados labios; dejando a este paralizado por lo que acaba de pasar. Taehyung sale corriendo tras haberlo hecho, tan sonrojado y feliz por haber sentido por ahora la mitad de los labios de Park.

Solo se podía ver a un Jimin paralizado en el asfalto, llevando su tímida mano hacia sus labios, palpando con sus dedos la zona de sus labios que habían sido besados; una sonrisa tímida sale de sus labios.

Se la paso dando mini saltitos, sin pisar las rayas de la vereda que le guiaban hacia su casa. La sonrisa no se le iba de su cara, su actitud estaba al cien, su mente solo volvía a revivir los momentos del día que tuvo con Tae, haciendo que su corazón salte al igual que él.

Al entrar a su casa no pudo evitar soltar un bobo suspiro. Su madre al parecer estaba otra vez ocupada en el trabajo, dejándole algunos billetes sobre la mesa para que fuera a comprar algo que comer.

Silence • YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora